Mi hijo es inocente

Darkelis no pudo explicar cómo llegó la cartera de Casilda a su tinaco, y le tocó ver que se llevaban a Jonathan derechito para el hotel del pueblo
  • lunes 16 de enero de 2017 - 12:00 AM

Antes del alba, Casilda fue asaltada mientras esperaba el bus. Solo le quitaron las pertenencias y le sobaron sus senos de faraona, pero la versión cambió, no se supo en boca de quién, y el cuento del asalto a mano armada dio la vuelta al vecindario varias veces, por chat y por vía oral, y en cada narración se añadía un nuevo elemento, ahora se decía que además de asaltada con armas blanca y de fuego, había sido violada: otros empezaron a señalar a los presuntos culpables. A la hora en la que regresaban los moradores del trabajo, ya se mencionaban nombres y se decía que la Policía los andaba buscando por robo y violación. Otros, que ni siquiera eran amigos del esposo de la afectada, referían con firmeza: ‘Además de lo que hagan los tongos, el marido de Casilda acaba de comprarse un arma, y le va a volar todo lo que le cuelgue al que le robó y le violó a la mujer'; otros comentaban ‘eso como que no lo creemos mucho, porque para que te vendan un arma hay que hacer un papeleo, además, ya lo dijo el mandamás, que en los barrios como el nuestro no se puede tener arma, etc.'. Otros sugirieron que la había comprado en el mercado negro. Se enredaron en una discusión sobre el origen de la supuesta compra y ya estaban a punto de irse a los puños, pero se apaciguaron cuando vieron acercarse a Darkelis, quien les preguntó: Qué, cómo, cuándo, dónde y quiénes.

Los presentes tardaron varios minutos en responderle la última pregunta, porque Jonathan, el hijo vago de ella, era uno de los que se barajaban como presuntos autores del robo y de la violación.

‘Suelten lo que sea coño, quiénes están implicados', chilló Darkelis, y el necio que nunca falta se animó y le dijo: ‘Dicen que, cómo te lo digo, Darkelis, bueno, yo oí decir por ahí, tú no me creas, pero...'.

‘Suéltalo, coño', gritó Darkelis y lo sacudió. ¡¡¡Jonathan, ta implica'o!!!, le contestó el hombre y no pudo evitar la tanda de puño que le soltó la mujer mientras gritaba que su hijo era vago, pero honrado y que nada tenía que ver con el ataque a Casilda. Y se fue maldiciendo a gritos. Llegó a su casa cuando el marido de la asaltada y violada estaba tratando de tirar la puerta abajo, pero Darkelis se le enfrentó como una fiera y llamó a su compadre, un comisionado corrupto que paró la acción policial que ya se acercaba a allanarle la casa. El asunto se quedó pausado por varios días hasta que una vecina coincidió con Darkelis en la parada, donde también la esperaba una mujer a la que la madre de Jonathan le dio un paquetito. ‘Gracias', le dijo la otra, y Darkelis se fue en el siguiente bus, no así la vecina, que abordó a la desconocida para ‘observar el contenido del paquete'.

La mujer le dijo inocentemente: ‘Este celular se lo gané en una rifa'. La vecina lo reconoció enseguida, era el mismo que para Navidad le habían obsequiado a Casilda en la empresa donde laboraba. Enseguida la llamó, y Casilda voló para el trabajo de Darkelis, a quien se encontró en la entrada, pero no le dijo absolutamente nada. Pasó de largo y logró conversar con una conocida, quien le confirmó que recientemente Darkelis había hecho dos rifas: en la primera rifó una cadena de oro con un dije de serpiente, y en la segunda un celular que describía como casi nuevo, y advertía que por equivocación había botado la cajeta, pero que estaba como el 2017, nuevecito. Nuevamente, fue Casilda a denunciar el asalto, y esta vez tuvo mejor suerte, logró que allanaran la casa de Darkelis, donde hallaron, en el tinaco, la cartera robada y varios documentos personales de la asaltada.

Darkelis no pudo explicar cómo llegó la cartera de Casilda a su tinaco, y le tocó ver que se llevaban a Jonathan derechito para el hotel del pueblo.

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