Dos flacas y un gordiflón

No recibió respuesta, pero por las redes supo una semana después, que Federico había pasado a mejor vida
  • domingo 15 de octubre de 2017 - 12:00 AM

Marilisa no podía conciliar el sueño; el cuerpo le pedía y Federico estaba lejos. Trataba de calmar el ardor con los recuerdos, pero su cuerpo no aceptó ese recurso y siguió clamándole por compañía masculina. Echó mano de su celular y buscó las fotos íntimas que su hombre compartido le mandaba a menudo, quería calmarse con mirarlas, pero no halló nada, porque días antes, en un arranque de ira porque el sudodicho llevaba 48 horas sin comunicarse con ella, las eliminó toditas mientras decía ‘vete al carajo, infeliz, cobarde, ingrato y mantecoso'; el primer adjetivo lo usó porque, según el propio Federico, él era no había conocido la felicidad conyugal, todo por culpa de su mujer que era de lo peor como persona, y cobarde le decía porque así lo consideraba Marilisa, un hombre al que le faltaba carácter para decirle a la de la casa que ya no la quería ni le gustaba y, por tanto, se iba con la que sí quería, que era ella; y lo de ingrato porque ella lo había ayudado bastante para que se graduara de contador, y él nunca valoraba eso como razón de peso para formar un hogar con ella. Lo de mantecoso se debía a que Federico comía mucho más de lo debido y ya llevaba años declarando su derrota frente a la báscula.

Recurrió, entonces, a las redes, para aunque sea verlo vestido, pero lo que halló allí fue un nocaut contundente a su maltrecho sueño; fue como activarle el desvelo latente. Ahora sí que no pudo pero ni cerrar los ojos. En la cuenta del mantecoso vio unas fotos de él junto a su esposa, felices ambos y, lo peor, aquella estaba mucho más delgada. Se le vinieron encima y juntos todos los planetas, aplastándola inmisericordemente. Tras llorar una hora con viva desolación, se quitó la poca ropa y se paró frente al espejo, el cual le devolvió una imagen nada agradable, así que decidió comprar esas bebidas que en poco tiempo y, milagrosamente, mandan a mejor vida esas libras de más. Una vecina malintencionada le dijo que pensar en rebajar rápido con esas fórmulas es tanto como esperar que el viaje de La Roja a Rusia sea una realidad.

‘Dime otra opción, ya que sabes tanto, dime cómo rebajo en poco tiempo, la vieja esa está bien delgada, en línea, por eso será que Federico ya ni me busca', le gritó, pero nadie le dio una solución rápida, decidió ponerse a dieta de agua, lo que en una semana la mandó al hospital, donde, para aumentar su desgracia, se encontró con la hermana de Federico, quien le contó que el fulano había caído en una crisis por el sobrepeso y estaba internado allí mismo. ‘No tienes nada que buscar allá, su mujer está con él, y tú sabes que ella es brava y rápida con la mano y con la boca, no busques lo que quieto está', le dijo la potencial cuñada cuando Marilisa se antojó de saber en qué sala estaba su amor del alma. No pudo conseguir nada, ni siquiera saber el número de la sala donde estaba el gordito que la ponía húmeda, nada supo pese a que sobornó a uno de los muchachos de la limpieza, primero ofreciéndole plata y luego cuca. "No soy corrupto y no como rancio', reaccionó el hombre.

Un mes después lo vio en las redes, feliz y con su ahora flaca mujer. Entonces, le envió un mensaje a la rival: No creas que porque estás más delgada que yo él me va a dejar, eso ni lo sueñes, sé que te gastaste un platal poniéndote flaca, pero yo estoy en lo mismo, te advierto que la pelea es peleando.

No recibió respuesta, pero por las redes supo una semana después, que Federico había pasado a mejor vida, tras complicarse su salud a causa de la gordura. En orfandad absoluta quedaron ambas mujeres que casi se autodestruyen físicamente buscando adelgazar mientras que a él, irónicamente, no le importaba engordar y engordar.