El feo y la bonita
- martes 18 de febrero de 2014 - 12:00 AM
Pellín decía que a estas alturas de la vida, con esa efervescencia tecnológica que ya se introdujo hasta en los recovecos menos imaginados de este país, nadie debería creer en refranes. ‘A esos mensajes ya les pasó su época, además, ‘refranes y arrastradera de pies es cosa de vejez’, y yo soy un pelaíto, apenas 27 abriles, por favor’, dijo cuando varios familiares le indicaron que le hiciera caso a la abuela, quien le pidió que no se casara el martes, y, santiguándose, ella recitó en voz alta: ‘El martes, ni te cases ni te embarques’. Pero resultó que la novia de Pellín, Ruth, que al lado de él parecía una reina de Carnaval, se antojó de casarse el día de su cumpleaños, que cayó un martes, por lo que el nieto de la abuela refranera no se atrevió a negarse a complacerla, temeroso de que la bella se arrepintiera. La doñita se negó a ir a la ceremonia, que transcurrió sin novedad, las familias de ambos estaban presentes, todos bien talladitos. Fue en el brindis que al papá de Pellín se le ocurrió llevarle una cervecita al ahora suegro de su hijo. El hombre, que se había puesto unos audífonos, para no oír, según él, la música ‘dañina’ que la otra gente disfrutaba y bailaba, recibió el obsequio con un manotazo, seguido de: ‘¡¡¡¡¡¡Cómo se le ocurre, viejo mundano y discípulo de Satanás, traerme esa porquería, es que no se ha dado cuenta de que usted y yo no somos iguales, en mala hora a mi hija Ruth se le ocurrió enamorarse de su hijo, quien, además de feo, es un hombre sin valores, sin...!!!!!!’. El papá de Pellín no lo dejó terminar y le soltó un trompón de diablo, contundente, muy cerca de la oreja derecha, lanzándole estrepitosamente los lentes al piso, que un bailarín de la cumbia montañera se encargó de hacerlos añicos. Y, aún rabioso porque ese hombre osara llamar sin valores a su hijo que él había formado con los mejores principios y educado con tanto esfuerzo, le arrancó los audífonos y le gritó: ‘Hipócrita de m…, come Dios y c… diablo, solo tu mujer no sabe que te estás ‘comiendo’ a la pelá de la fonda’. Herido y sorprendido porque el otro conocía su desliz, el papá de Ruth le respondió y en un segundo se agarraron a puñete limpio, como dos ‘mundanos’, en un combate al que se unieron algunos familiares de ambos. Luego, un número plural de policías tuvo que fajarse para liberar al papá de Ruth mientras el progenitor de Pellín gritaba que se lo dejaran: ‘Quiero matarlo con mis manos por bocón, insinuar que su hija es mejor que mi hijo’. Más tarde, en la corregiduría, Pellín pagó la multa impuesta a su padre, y, luego, sin mirar a la recién esposa que había vociferado que pondría la demanda de divorcio, salió con su viejo del brazo y le gritó al fugaz suegro: ‘Le doy tres días para que me pague los mil dólares que le presté para ese ‘asuntito’ del que me habló’.