‘Los partidos tienen que hacerse cargo de ese descrédito', Roberto Heycher

El abogado analiza el tema electoral, los partidos políticos vs. candidaturas independientes
  • lunes 03 de octubre de 2022 - 12:00 AM

En las próximas elecciones es importante hacer una revisión muy crítica de por quién vamos a votar. No dejarse llevar por el zinc, la bolsa de comida o el favor que nos hace un político, debemos averiguar a fondo de quién se trata y no creernos todo lo que nos digan, porque mesiánicos habrá muchos, realistas y sinceros, tal vez muy pocos. Nuestro entrevistado, Roberto Heytcher, trabaja en el Instituto Nacional Electoral de México, lo que aquí es el Tribunal Electoral, y analiza a fondo el panorama de Panamá.

¿Cómo observa el proceso que se avecina en Panamá con las elecciones de 2024?

Pienso que Panamá va a enfrentar un proceso muy importante. Una elección compleja, desde luego en tiempos de erosión democrática global, en tiempos de debilidad institucional y lo va a hacer en un contexto en el que quizá haya que despertar la urgencia de que los panameños tengan como eje de su análisis el pensamiento crítico. Es decir, que no nos dejemos guiar por las emociones al momento de la contienda electoral porque seguramente la clase política va a emplear herramientas emocionales para mover al electorado.

Y clientelistas…

Bueno, el tema de las malas prácticas no solo ocurre en Panamá, sino en la región. Es una de las debilidades que tenemos por las cuales nos califican tan bajo en el índice de democracia en la Unidad de Inteligencia de The Economist. Es la región del planeta que tiene menos avances en materia democrática y es gracias a esas prácticas.

En este periodo podremos elegir entre tres independientes y los partidos políticos teniendo estos últimos un gran descrédito a pesar de que hay más de un millón de personas inscritas. ¿Cree que hay opción para un independiente en esta vuelta?

Me parece que los países de la región hemos enfrentado esos momentos de explosión de candidaturas independientes y luego volvemos al sistema de partidos. En general, a nivel regional, las experiencias con candidaturas independientes exitosas son pocas en relación con el universo de las candidaturas porque la gente vota por partidos políticos. Este tema del desencanto con los partidos tampoco es nuevo, tiene mucho tiempo. Lo que sucede es que los propios partidos tienen que hacerse cargo de ese descrédito. En general tienen severas críticas. La política está estereotipada, si entras en la política entonces eres corrupto, todo eso debemos combatirlo con una sociedad política, porque hacer política es necesario en una sociedad moderna. La democracia no se resuelve sin política. Hay un boom de candidatos independientes en Panamá por la reciente aprobación de las reformas al Código Electoral. Pero su llegada suele depender de la circunscripción, entre más grande sea es más difícil que lleguen a ocupar estas posiciones. No obstante, está bien que exista la vía por el hartazgo de los partidos políticos para que haya ese espacio de oportunidad. Eso debe traducirse como un derecho de la ciudadanía, no de los contendientes.

Aun así los partidos políticos aventajan a los independientes en logística e infraestructura, ¿esto no se interpreta como una contienda desigual?

Claro que tiene ventajas y desventajas el no estar inserto en los partidos. Una de las ventajas es que los independientes son una opción al discurso que proviene de los propios partidos políticos, pero desde luego que los partidos tienen una estructura de presencia territorial, recursos públicos. Es decir, hay que revisar las condiciones legales para saber si están propiciando que la contienda sea equitativa, pero lo más importante es que exista esta alternativa para la ciudadanía.

¿Cómo se combaten las fake news?

Hay dos parámetros. El de combatirlas sancionándolas, que es el modelo francés en el que se identifica el twittee, lo denuncias y lo pueden llegar a eliminar. El otro es combatir la desinformación con información. Ese modelo lo usamos en México. Presentar la contraparte con evidencia. La desinformación es muy fuerte porque la evidencia es falsa.

¿Cuál se queda en la mente del elector, la noticia falsa o el desmentido?

Hemos visto que cuando se generan desmentidos de desinformación la conversación se apaga. Esto quiere decir que sí limita la conversación negativa, lo falso se combate con evidencia suficiente.

¿Cómo un elector puede identificar a esa persona mesiánica?

Son personas fuertes, que hacen promesas que la ciudadanía quizá está en tanto deseo de creer que atienda a esos discursos. Normalmente presentan símbolos importantes que incluyan fechas, como: de aquí en adelante llegó la democracia o se acabó la corrupción y todo va a cambiar. Eso puede traer un desencanto, por eso ese juego se llama: gane ahora y pierda después.

¿Cómo observa usted el fenómeno de izquierda que ha surgido en varios países de Latinoamérica, es una respuesta al desgaste institucional y partidario?

Yo creo que lo riesgoso aquí, más que la geometría política, son los populismos y los discursos autocráticos que algunos casos rayan el fascismo. Esto está en ambos lados de la geometría política. Es un tema que debe preocuparnos, es un tema que la ciudadanía debe ocuparse y no dejarlo en manos de los políticos. Lo más fácil sería decir que la política no me interesa y me alejo de ella, así no se resuelven los problemas y las tensiones en la región. Por otro lado, me parece que lo que estamos viendo es quien aprovecha este hecho lamentable de corrupción en los países de la región. Hoy se discute en Panamá la audiencia del caso Odebrecht, que tiene una importante trazabilidad en América Latina y la ciudadanía está atenta a discursos que se contrapongan a esos elementos de corrupción, lo cual es correcto y hay que rechazarlo. Sin embargo, hay quien aprovecha esos episodios y construye un discurso mesiánico en el que pareciera que depende de una persona resolver los problemas de un país. En sociedades tan plurales, tan diversas como estas, eso es imposible. Tenemos que involucrarnos todos para resolver nuestros problemas.

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