Monseñor Ulloa: El principal enemigo de Panamá no es una potencia extranjera

- domingo 13 de abril de 2025 - 10:50 AM
El Domingo de Ramos es la puerta de entrada a la Semana Santa. Hoy el monseñor José Domingo Ulloa Mendieta en la homilía en la Catedral Basílica Santa María de la Antigua, resalta que es un tiempo sagrado que nos invita a caminar junto a Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección.
“No es una historia que recordamos desde la distancia: es un misterio que vivimos hoy, con nuestras propias cruces, dudas, traiciones y esperanzas”, dijo a los hermanos y hermanas presentes.
Un pueblo que camina con esperanza, no con imposiciones
En su mensaje destacó que “como panameños, atravesamos días de desconcierto, donde la democracia se resiente. El principal enemigo de Panamá no viene del exterior. No es una potencia extranjera. El verdadero enemigo somos cada uno de nosotros, en la sociedad, en la familia, en los negocios, en la religión. Porque el verdadero enemigo se esconde dentro: es la corrupción y la impunidad”.
Corrupción que roba recursos que deberían ir a hospitales, escuelas y viviendas. Corrupción que convierte la política en negocio, y el poder en una puerta giratoria. Impunidad que permite que quienes traicionan al país, salgan caminando como si nada. Que hace sentir a la gente que “no vale la pena luchar”, porque “al final, todos hacen lo mismo”.
En su mensaje dice: El pueblo panameño no es corrupto por naturaleza. Es valiente, trabajador, solidario. Y por eso duele tanto ver cómo algunos se enriquecen mientras muchos apenas sobreviven.
Panamá merece más. Merece justicia que no tenga precio. Instituciones que sirvan, no que se vendan.Un país donde nadie esté por encima de la ley. Por eso, la lucha contra la corrupción no es solo política. Es también moral, espiritual, ciudadana. Empieza en lo pequeño, en lo cotidiano, pero exige también un grito firme, una vigilancia activa y una conciencia despierta.
Finaliza diciendo que esta Semana Santa no sea solo una tradición, sino una experiencia profunda de encuentro con el amor de Dios, que se entrega por nosotros.