Un granito de arena para una sociedad inclusiva y libre del bullying
- martes 25 de junio de 2019 - 12:00 AM
Nilsa Frías no conoce el mundo que la rodea. Nunca ha visto los rostros de sus seres queridos, incluido el de Agustín, su hijo de tres años de edad.
Esta joven de 29 años, nació a los siete meses y padece de retinopatía del prematuro, que es un desarrollo anormal de vasos sanguíneos en la retina del ojo que ocurre en bebés que nacen muy precoces.
Nilsa, a pesar de vivir bajo la oscuridad, se siente feliz: ella se acepta tal como es.
Pero el camino para aceptarse no fue fácil. Confesó que muchas veces renegó de su condición e imaginó cómo sería la vida, si ella pudiera ver como los demás. Este pensamiento la agobiaba cuando era ignorada por sus compañeros de salón de clases.
‘Me ignoraban', recordó. Seguido manifestó que en los pasillos de la Escuela Primaria Claudio Vásquez Vásquez, en Las Tablas, provincia de Los Santos, le decían en coro ‘ya viene la cieguita, la cieguita...' Los niños no se imaginaban que esa frase, que para ellos era un simple relajo, a Nilsa la hería.
A Nilsa, quien se considera una mujer fuerte. Le tocó madurar rápido. Dijo que de pequeña sus maestros se convirtieron en sus mejores aliados, pues era con ellos con quienes conversaba mientras sus compañeros jugaban. Eran sus defensores.
Siguió estudiando. Nilsa ingresó al Colegio Manuel María Tejada Roca, en Las Tablas. Nada le impidió conseguir un buen promedio académico. Logró ocupar puestos de honor, pero su relación con los estudiantes era nula, su miedo al rechazo se lo impedía. Sus amigos seguían siendo los profesores. Esta situación hizo que los docentes, la refirieran a un psicólogo para ver qué sucedía.
Con las terapias Nilsa, al llegar a cuarto año de aquel colegio, rompió barreras y se atrevió a socializar, sin importar si era o no rechazada, pero en esta ocasión no fue discriminada. En ese centro educativo, en el año 2009, se graduó de Bachiller en Comercio, con especialización en servicios turísticos, con el primer puesto de honor de todo el plantel. Su promedio fue 4.9.
Ella tiene una Licenciatura en Secretariado Bilingüe de Oficina, un técnico y hasta una maestría, la cual logró con becas por sus buenas calificaciones, pero aún no ha podido ejercer su profesión. ‘Aún falta sensibilización en las empresas', expresó.
En el 2015 se casó con Dubier Villareal, quien es padre de su hijo y quien tiene una discapacidad visual parcial. Este joven, también de 29 años, vivió el alejamiento de sus compañeros por su condición.
‘Tal vez era porque no sabían tratarme' resaltó y expresó que varias veces lo llamaron incorrectamente ‘cieguito' o ‘cuatro ojos'. A pesar de todo, hoy en día es licenciado en inglés con énfasis en traducción.
Sensibilizar en las escuelas
Tanto Nilsa como Dubier, quienes residen en el distrito de Guararé, provincia de Los Santos, pertenecen a la Asociación Panameña de Personas con Discapacidad Visual (Appedivi), en la provincia de Herrera, trabajan para frenar el ‘bullying' o acoso mediante el proyecto sensibilización en las escuelas.
Esta pareja, junto a otros seis ciudadanos con discapacidad visual, entre ellos Evidio González (coordinador), José María Quintero, Luis Alonso, Kaitlyn Edge, Edilberto Rodríguez y Milagros Vásquez buscan, a través de seminarios en los colegios, reducir el bullying, que a ellos les tocó vivir en carne propia cuando acudían a los centros escolares en busca de superación profesional.
Bajo el lema ‘Romper con las barreras y venciendo prejuicios', estos chicos visitan los centros educativos y con dinámicas, les enseñan a los estudiantes los tipos de discapacidad que hay, los términos correctos y cómo se debe ayudar a estos ciudadanos, porque en muchos casos, algunas personas los ofenden por falta de información.
Nilsa y Evidio, coordinadores de esta actividad, manifestaron que motivan a los jóvenes a incluir a las personas con discapacidad para que su paso por las aulas de clases sea un poco más fácil, porque basta y sobra con las condiciones que tienen y que en muchos casos ellos apenas están aprendiendo ha aceptarlas.
‘Sean una mano amiga, ayúdenlos, e inclúyanlos, para que ellos deseen ir, con ánimo, a estudiar, a superarse', es uno de los mensajes que estos jóvenes imparten en sus seminarios antibullying.
Han visitado cinco escuelas de esta región del país a ofrecer estos seminarios han resaltado la importancia de la inclusión. Esperan seguir con esta acción hasta llegar a las empresas privadas y entidades del gobierno, porque la inclusión es importante en todos los aspectos de la sociedad.
Milagros, una de las facilitadoras de los seminarios, con tristeza, califica como un trauma lo que vivió tanto en las escuelas como en el lugar donde residía, pues manifestó que, incluso, de sus propios familiares le hacían bullying. ‘Es algo que no te deja vivir, es un trauma', enfatizó.
Por lo que, desea que con estos talleres otros alumnos no vivan esta cruda realidad, que dejan marcas en las vidas de quienes son sometidos a esas burlas.
En el país se estima que existen, según la Primera Encuesta Nacional de Discapacidad (Pendis 2006) que hay 370,053 panameños con diversos tipos de discapacidad, es decir, un 11.3% de la población.
Hay que resaltar que en el istmo, el acoso escolar alcanza a 57.32% de la población estudiantil. Esto lo indicó un estudio regional presentado en 2013, por el Plan Internacional y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Afectaciones y programas por el acoso escolar
Acción. La discapacidad, los rasgos físicos, la diferencia de edad, la religión, la raza, orientación sexual, entre otrascondiciones, son los factores de riesgo que exponen a un estudiante a pasar por esto del acoso escolar, que afecta a miles de niños y adolescentes en el mundo y Panamá no escapa de esta realidad.