Cierres de calles rompen el bolsillo de los humildes trabajadores. Piratas cobrando hasta 5 palos

Crónica de los páramos que viven los residentes del oeste para venir a trabajar a la ciudad
  • martes 21 de noviembre de 2023 - 12:10 AM

Vivir en Panamá Oeste se convierte en una pesadilla debido a los constantes tranques y la deficiencia que existe en el transporte. Esta situación se agrava aún más con bloqueos en las vías, especialmente durante los cierres totales.

Era la 8:00 a.m. de ayer, lunes, cuando un grupo de trabajadores decreto un cierre total similar a lo vivido el jueves 16 de noviembre; hay que cumplir con el empleo; Salí apresuradamente, haciendo la señal de la cruz, en busca de la ayuda divina para sobrellevar la odisea que significaría llegar a mi lugar de trabajo, en la avenida Frangipani.

Camine 15 minutos, porque los taxis internos de Vacamonte, Panamá Oeste, brillaban por su ausencia. (Ver imagen). Al llegar a la parada la calle estaba peor que un domingo de pandemia; ni un bus se asomaba.

Esperé durante media hora en esa parada, pero no apareció ningún transporte. Decidí caminar hacia otra parada en busca de suerte. Efectivamente, estaban pasando los buses de La Chorrera, pero mi emoción, duro poco. Ninguno se detenía; todos iban hasta el tope de pasajeros.

Pasó otra media hora y continúo esperando, sin certeza de si lograría llegar a mi destino. El reloj avanzaba y, finalmente, un autobús de Vacamonte se detuvo: ‘Súbete, ya no van a pasar más autobuses', gritó el cobrador (pavero). No lo pensé dos veces y subí al transporte.

El autobús estaba abarrotado; casi caigo con el primer frenazo. Afortunadamente, el cobrador tuvo buenos reflejos y logró sostenerme a tiempo. Me aferré con más fuerza para evitar cualquier accidente. Fue una hora de pie; este busito pirata cobro $3.00 en lugar de los $1.50, que es la tarifa habitual. El transportista tomó la carretera que conecta Veracruz con Vacamonte, la cual aún no está terminada. Sin embargo, ese atajo fue cerrado minutos después que logramos pasar. Tuve suerte.

En el trayecto, escuché a dos pasajeros mencionar que al llegar al Puente de las Américas, habría que cruzarlo a pie. Suspiré y pensé ‘no puede ser'. Recordé la experiencia del pasado jueves, cuando, después de disfrutar de una estadía en un hotel en Río Hato, Coclé, me vi obligado a buscar la manera de salir de allí con mi hija para llegar a Capellanía, un pueblo en Natá, Coclé.

Fue una odisea, pues tampoco había buses y me tocó pagar un taxi que me cobró 15 dólares, de Río Hato a Penonomé. Me trató suave, pues la distancia es larga, creo que Dios escucho mis oraciones ese día; al llegar a Penonomé me tope con un cierre, el cual tuve que atravesarlo caminado; tardando dos horas en ese trayecto mientras cargaba a mi hija, quien cumplía 5 años ese día. Para empeorar las cosas, estaba lloviendo.

Después de tanto caminar, otro taxista se compadeció de mí y mi hija, llevándonos hasta el siguiente cierre, en Coclesito, por $6. Caminé otra hora con la niña en brazos y, exhausta, y empapada del aguacero, encontré los únicos autobuses que vi en el trayecto; me regresó el alma al cuerpo, ya eran las 7:00 de la noche. Este me llevó hasta Aguadulce. Viví ese mismo viacrucis el viernes 17 de noviembre; esa vez en autobuses, no en taxis, para llegar a mi trabajo.

Así que si me tocaba caminar el Puente de las Américas, no era algo nuevo para mí, pues los cierres me han costado dinero en transporte y sudor atravesarlos. Pero para mi buena suerte, el busito logró pasar sin ningún problema y me bajé en la 4 de julio. El regresar a casa será otro dolor de cabeza. Esto es lo que atraviesan cientos de trabajadores, desde el 22 de octubre, para cumplir con su trabajo .

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