El árbol que protege a los gunas
- lunes 15 de abril de 2019 - 12:00 AM
No se sabe cuándo nació la tradición, quizá hace miles de años. Lo que si se sabe es que los gunas, cuando tienen un hijo o hija, guardan el cordón umbilical y lo entierran junto a un fruto, que puede ser una palma de coco, un mango o plátano.
‘Es para resguardar a la nueva criatura, para que crezca por el buen camino y no lo alcancen las energías malignas', dice un curandero llamado Serafín.
Él reside desde hace muchos años en la provincia de Chiriquí y, como guna, trata de seguir conservando sus tradiciones. Él tiene cinco hijos y la placenta de cuatro de ellos los conservó y los enterró en las montañas de su pueblo, en la comarca Guna Yala.
Allá en la comarca Guna, la tradición exige que cuando un niño o niña nace, la partera debe entregarle a los padres la placenta o el cordón umbilical, para que lo entierre. Es para crear una relación entre la Madre Tierra y el nuevo habitante.
‘Si el cocotero donde se sembró la placenta no crece y muere, eso significa que la nueva criatura vivirá poco, pero si crece, el niño vivirá por mucho tiempo', dice Serafín.
Para Serafín la tradición de sembrar la placenta se está perdiendo entre los gunas y ahora muchos la botan.
Mi primer árbol
Hace poco el escritor dule Cebaldo De León (Inawinapi) presentó su libro ‘Mi primer árbol', en el que aborda la tradición de sembrar el cordón umbilical entre los gunas.
Cebaldo nació en la isla de Ustupu, estudió en Rusia y vive en Portugal. Pero cada vez que puede se da una escapadita a su tierra natal para visitar a María, la mía (como llama a su madre).
‘Esta presentación es un acto de amor, un pretexto para encontrarme con los amigos', dijo Cebaldo durante la presentación de su obra.
‘Mi primer árbol', es la recopilación de las crónicas que escribió Cebaldo en el suplemento cultural Mosaico que se publicaba en el diario La Prensa.
‘Siempre quise juntar esas crónicas y un día conocí a Martanoemí Noriega (ilustradora) y ella me dijo que algún día quería ilustrar mis crónicas y allí nació esta idea', recordó.
La obra plasma la importancia del cordón umbilical dentro de la cultura guna.
‘Cuando nace un niño o una niña, la tradición es que la partera entregue a los papás o acompañantes el cordón umbilical del nuevo habitante y esto servirá de abono para la siembra del primer árbol en homenaje al niño que nació. Eso es importante porque a medida que el árbol va creciendo también va creciendo el niño', dice el escritor.
A juicio del autor no solo de abono, sol, tierra y de agua viven los árboles, sino también de las palabras y la forma en que se cuidan.
El libro está dirigido a todas las edades, trata sobre la ecología, el respeto que hay que tener, la importancia de la palabra.
‘Es un mensaje que queremos lanzar de la importancia del árbol, de la naturaleza y la relación directa que tiene con nosotros. ‘Mi primer árbol', fue la primera crónica que publiqué en Mosaico', comentó Cebaldo.
La obra tiene las ilustraciones de Marta Noemí Noriega y Ologuagdi.
‘Para mí es una suerte haber encontrado a estos artistas. Por eso digo que el libro es un trabajo colectivo, porque el texto juega con las palabras y con las ilustraciones y también tiene las palabras de un sahila', apuntó.
El sueño de Cebaldo es que esta obra se reparta en bibliotecas, lo tengan los niños y los adultos también.