A 34 años del inicio del fin del período militar
- domingo 06 de junio de 2021 - 7:10 AM
Aquel 6 de junio de 1987 Panamá amaneció con el revuelo de las declaraciones del coronel (R) Roberto Díaz Herrera, ex jefe de Estado Mayor de las destruidas Fuerzas de Defensa, hacia 12 días que Díaz Herrera había solicitado su jubilación.
El primo hermano del general golpista (1968) Omar Efrain Torrijos Herrera, relata "firmé mi jubilación voluntariamente unos 12 días antes de aquel 6 de junio de 1987,ya las denuncia se conocían reveló el militar.
Panamá estaba inmersa en el caos y una crisis económica sin precedentes dado el embargo económico por parte del gobierno de los Estados Unidos, el profesor de la Universidad de Panamá, René Hernández, recuerda las declaraciones del coronel Díaz Herrera como un secreto a voces pero con la diferencia que aquello salía de la garganta de alguien que estaba dentro del vientre de la bestia.
"Esto provocó que los organismos civilista se organizaran conformando días después la Cruzada Civilista Nacional, para mí esto fue el detonante para que el mundo entero se diera cuenta que las declaraciones de Díaz Herrera que el régimen militar estaba en el ocaso, estaba por morir como en efecto ocurrió dos años después", reconoció el docente.
Manuel Antonio Noriega había instaurado un régimen de terror a su arribo al poder en marzo de 1983, iniciando por el cambio de nombre de la Guardia Nacional a Fuerzas de Defensa (ffdd) y, "se coloca él mismo el rango de General de Fuerzas y 4 estrellas en sus humbreras, que no le sirven de mucho cuando la criminal invasión militar de diciembre de 1989, salió huyendo y dejó que murieran no sólo algunos oficiales sino valerosos agentes de tropa que enfrentaron a los invasores", reveló el coronel.
Luego de las certeras declaraciones de Díaz Herrera, el militar estuvo dentro de su residencia en Altos del Golf, corregimiento de San Francisco con algunos escoltas y militares asignados a su seguridad personal.
La casa estuvo siempre rodeada por periodistas nacionales y de agencias de prensa internacional, que esperaban un posible contraataque por parte de leales a Noriega.
Dos años después y tras múltiples sanciones económicas del gobierno estadounidense, escaramuzas y amenazas de parte de los militares al servicio del dictador, el 20 de diciembre de 1989, Estados Unidos invade Panamá y destruye todas las instalaciones de las Fuerzas de Defensa, Noriega huye vestido de monja y se introduce en la Nunciatura Apostólica donde es refugiado por el nuncio José Sebastián Laboa, quien lo entrega a la DEA el 3 de enero de 1990.