- viernes 03 de abril de 2020 - 12:00 AM
El valor de la vida
El coronavirus ha sido catalogado como un enemigo al que se le declaró la guerra, con la diferencia, que, en lugar de levantar las armas, se pidió a los soldados permanecer en sus hogares.
En el frente de batalla está el personal médico, policías, bomberos, despachadores de combustible, sector agropecuario, supermercados y farmacias. También se le ha pedido al que no pertenece al área científica, que no opine de lo que no sabe.
Es probable que el resto de la humanidad no científica desconozca detalles sobre el virus, no obstante, cada quién sabe por dónde hay que caminar para ganarse la vida o perderla.
En estos días de cuarentena, el tiempo para reflexionar ha sobrado; por lo que debe haber más de uno, con muchas horas de reflexión sobre sus asuntos.
Dentro de pocos días se acabará el guardadito de muchos; y se comenzará a calibrar la cruda realidad de nuestro modelo económico, social y político.
Todo indica que el estado liberal no está preparado ni dispuesto a gastar las arcas en asistencia directa para enfrentar esta crisis, pero lo que más preocupa, es la prevalencia de la decisión científica sobre los efectos sociales y económicos.
Siempre se ha dicho que la vida humana, es, ante todo; sin embargo, nuestro sistema no ha sido consecuente con esto. Ejemplo de ello, es que en Panamá hay niños que se mueren de desnutrición o por falta de atención médica.
Dentro de poco, comenzarán los lamentos por no haber tenido la conciencia de combatir al gran enemigo de nuestra sociedad. La desiguladad es el resultado directo de la corrupción; constituyéndose, en un flagelo más peligroso que el mismo coronavirus.
Esa gran brecha social que todos, por acción u omisión, ayudamos a construir, avalando las actuaciones perversas de nuestra clase política, social y económica, podría explotarnos en la cara.
Nunca hubo un mejor momento para un Estado solidario que anteponga el valor la vida humana, más allá de la ciencia y la economía.
PERIODISTA