No se deje amedrentar, reclame lo suyo. Que una persona reclame sus derechos en Panamá es mal visto, pero si es mujer hasta las amistades le dicen que “no sea problemática”. Tengo una amiga que trabajó 20 años en una empresa de la que la botaron sin pagarle nada. Hizo un primer intento por conseguir sus prestaciones, pero al presentarse un inconveniente escuchó a su familia que le pedía que dejara eso así. No siguió el trámite en el Ministerio de Trabajo porque dejó todo “en manos de Dios”. A nuestro creador no le gustan las injusticias y seguro tampoco la gente tonta. Ella perdió la oportunidad de cobrar un buen monto. Era su derecho y realmente lo necesita.
No es la primera vez que escribo sobre este tema; a través de los años puedo notar que nada ha cambiado: al panameño le gusta que le pisoteen sus derechos. Entonces ocurre un fenómeno social: la persona que alza su voz y reclama sus derechos es tachada como problemática por todos. Los cónyuges se molestan si en el restaurante la persona reclama que le han traído la comida fría; las amistades y compañeros de trabajo critican al que se atreve a pedir un aumento de salario; a la mayoría de las mujeres nos da pena decirle a nuestra estilista que no nos gustó el nuevo corte que nos hizo, y a los empleados les da terror denunciar que su empleador les descuenta las cuotas de la CSS pero no las paga.
A los que ostentan poder, desde el presidente hasta los jefes, les conviene mantenernos sumisos; no se deje, párese firme, reúna pruebas y exija sus derechos.