• viernes 19 de febrero de 2016 - 12:00 AM

Por todos los medios

La libertad de prensa permitía señalar a los gamonales que saquean las arcas del país mediante el abuso del poder...

Como sociedad, debemos reconocer que hemos dado varios pasos adelante y algunos otros para atrás.

En un principio, la corrupción rampante en la mayor parte del siglo XX, por parte de los partidos liberales y luego por la dictadura militar, se aseguró con una armadura de acero sólido para blindar la pillería en Panamá.

Con el retorno a la democracia electoral, tras la invasión norteamericana del 20 de diciembre de 1989, los siguientes Gobiernos, salvo algunos retoques cosméticos, preservaron el blindaje jurídico al sistema de justicia corrupto implantado por los militares y los clanes familiares aliados a esta causa.

La intención, no fue otra que reciclar los elementos, que de forma arbitraria, podrían servir para justificar lo inmoral e incorrecto, basado en elementos leguleyos que la sociedad panameña pudiera tolerar.

Debido a la impunidad imperante, la única salida digna para la humillación nacional que significó la corrupción sin consecuencias, por parte de los gobernantes de turno y de algunos empresarios, la sociedad depositó su confianza en los medios de comunicación, entregándoles un poder jamás antes visto en Panamá, con el objetivo de compensar la distorsión social y económica que trajo consigo el pillaje autorizado.

Este poder otorgado a los medios de comunicación consistía, en que sin importar la coraza de impunidad que le otorgara el sistema de justicia panameño a los corruptos, estos no se librarían del cuestionamiento moral.

La libertad de prensa permitía señalar a los gamonales que saquean las arcas del país mediante el abuso del poder político y económico.

Como todo tiene derecho a ajustes, y la corrupción lleva el mismo tiempo que la prostitución disputándose el orden de posición de la profesión más antigua del mundo; el cambio de fichas no se hizo esperar.

La clase política y la económica desmaterializaron la mayoría de los medios de comunicación, y hoy parecen tierra de nadie. El viejo oeste, donde todo el mundo dispara a todas partes sin medir consecuencias.

¡No demora el tiro a la cabeza!

*Periodista

 

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