- sábado 07 de mayo de 2022 - 9:31 AM
Sigo con mi perorata de los hechos que los padres deben transmitir a sus hijos
Ayer, cuando recordaba los 38 años del proceso electoral del 6 de mayo de 1984 tuve varios mensajes por chat. Uno que me impresionó fue el del ciudadano Jorge Morales Quijano. Él lleva en la sangre la fuerza cívica y ética de quienes se arriesgaron para darnos un territorio libre de las ataduras de Colombia. “Me satisfizo tu escrito de hoy sobre el 6 de Mayo de 1984. La verdad de 1931 y la de 1984. La juventud de hoy no tiene conocimiento de muchos eventos históricos del país por deficiencias educativas, académicas y familiares y desafortunadamente por apatía y dependencia de una tecnología mal utilizada.
¿Cuántos jóvenes y no tan jóvenes saben de esto? ¡El pasado reproducido en el presente! La historia es lo que ha hecho lo que somos actualmente. Hay muchos que piensan que el pasado es el pasado. Se equivocan rotundamente, el presente es producto del pasado.”
Hace un año el escritor e historiador Juan Cardona dijo… “Excelente su nota sobre las elecciones de 1984. Yo sentí, luego de conversar con don Nicky Barletta hace dos años, que él lleva un pesar con respecto al año que fue presidente de Panamá. No sentí que estaba cómodo al hablar del tema. ¡Nicky es brillante! Diría que es de las mejores mentes del gobierno de Torrijos y básicamente es un buen hombre, pero la actividad electoral corrompe.
Yo creo que los militares lo marearon porque él era para ellos un comodín. Lo pusieron de candidato y luego de presidente para cumplir con los gringos. Esos militaroides, al igual que los politiqueros, no les importa contaminar la mente y el alma de alguien con tal de obtener sus beneficios. Hay triunfos que serán legales, pero, no legítimos. ¡Ese fue su caso! Muchos vivimos barbaridades. Vimos a Silverio Brown y al PRD disparando en contra de ciudadanos que pedían respeto al proceso electoral. También a unas fuerzas de defensa reprimiendo a un pueblo que solo pedía justicia, democracia y libertad. Nicky también lo vio, pero, aceptó seguir el juego. Yo creo que le hicieron creer que ganó y que, en cualquier caso, él era mejor que Arnulfo. Con el cuento de que los gringos lo apoyaban lo convencieron y esa fue suficiente justificación.”
Personas que conocen bien la trama señalan que más que una imposición del gobierno de Estados Unidos fue un antojo de Manuel Antonio Noriega la candidatura de Ardito Barletta. Para ese tiempo ya los gringos olían tufillos poco agradables que salían del ejército. Frente a ese peligroso escenario Noriega estaba en condiciones de agradar a esa potencia del norte como fuera.
Hablemos ahora de las elecciones del 7 de mayo de 1989. Ese día se enfrentarían Guillermo Endara por la Alianza de Oposición Civilista, ADOC y Carlos Duque por la Coalición de Liberación Nacional, COLINA. Había otros candidatos, pero, ellos eran como esas cartillas de boxeo donde ponen peleas de relleno mientras llega el combate estelar. No había duda del triunfo arrollador de la oposición. La mesa estaba servida. El país todavía se sacudía de las estremecedoras declaraciones del coronel Roberto Díaz Herrera. La ciudadanía no salía del asombro y estupor luego del crimen más abominable. Hablamos de la detención, tortura y decapitación de Hugo Spadafora Franco.
“Con este crimen Noriega tocó fondo como lo han señalado varios de sus excompañeros de armas ya jubilados, en especial el general Rubén Darío Paredes. En pocas palabras teníamos a un jefe militar desquiciado y dispuesto a todo con tal de acabar con los adversarios. Es posible que existan lagunas para muchos sobre este hecho. Cuando Noriega fue apresado aquel 3 de enero de 1990 pensamos que el hombre cantaría todas las bellaquerías cometidas. ¡No fue así! El militar se llevó los secretos a la tumba, sin embargo, colegas que tuvieron acceso a él me cuentan que por allí van a salir historias inéditas que asombrarán a más de uno.
La nómina de Endara triunfó tres a uno. Sería imposible armar un fraude como el del 6 de mayo de 1984. Frente a esa victoria arrolladora a los consejeros de Noriega no les quedó otra genialidad que propiciar actos de violencia para luego justificar la cancelación del conteo debido a la falta de seguridad en el país. Así ocurrió aquella tarde del 10 de mayo de 1989. Los mismos civiles del PRD y militares que se vistieron de civiles atacaron de forma vil y cobarde a una caravana que recorría el país pidiendo respeto de los resultados. A los tres candidatos los golpearon en las inmediaciones de la plaza de Santa Ana. A Ricardo Arias Calderón le dieron con un bate por las rodillas. A Endara Galimany le rompieron la cabeza con una varilla de acero y Guillermo Ford llevó la peor parte.
Esa imagen de un vicepresidente ensangrentado, con movimientos fuera de control debido a los golpes, la recordamos todos los 10 de mayo. Este hecho cobarde le dio la razón a quienes pensaron que Noriega había tocado fondo con la decapitación de Spadafora. ¡Y todavía me extraña la ingenuidad de algunos ciudadanos de culpar a la oposición de la cruenta invasión de la noche de aquel 19 de diciembre de 1989! ¡VAMOS, SEAN SINCEROS CON LA HISTORIA Y SU CONCIENCIA! ¡LA INVASIÓN FUE EL PRODUCTO DE LAS LOCURAS DE UN GENERAL QUE CONTÓ SIEMPRE CON LA APROBACIÓN DE SU PARTIDO POLÍTICO, EL REVOLUCIONARIO DEMOCRÁTICO! Hoy los cinco protagonistas, Noriega, Duque, Endara, Arias Calderón y Ford están en el más allá jugando cartas y riéndose o reclamándose por lo que pasó.
El siete de mayo escuchamos tres gritos que se convirtieron en lemas de campaña… “NI UN DÍA MÁS; LOS VAMOS A AHOGAR Y HABLA PUEBLO HABLA”. También hubo uno cuya autoría era de una candidata a legisladora por la Democracia Cristiana. Su nombre… Cecilia alegre… Su grito de guerra… “Sácate el clavo.” Para esos tiempos, una señora poco conocida, saltó al estrellato. Hablamos de la inmensa Eufemia Williams quien a juzgar por los hechos históricos parecía la cuarta integrante de la nómina de la Alianza Democrática de Oposición Civilista. Y de la misma manera resonó en todo el territorio nacional el grito de… “Con COLINA hasta la cortina”.
Fueron momentos muy duros, pero, de grandes satisfacciones. Lástima que los civiles de la época fueran tan cortos de mente y escasos de visión. Parece que aprendieron poco de aquel hombre que decía en sus años de gloria…. “Hay que ver con luces largas”. Los del PRD apagaron las luces y se entregaron a los brazos de Noriega quien hizo lo que le dio la gana.
Luego de esos comportamientos tuvimos lo que un nacionalista jamás tolerará… ¡LA APROBIOSA Y CRUENTA INVASIÓN! ¡Así lo siento, así lo viví y así lo escribo! Espero que los estudiantes que acuden a mis clases lean, analicen y mediten sobre estos acontecimientos. Seguiré con mi campaña de dar luces para que se acaben las tinieblas… esas que nublan mentes y atormentan conciencias. Mi trabajo es contar la historia para que esos futuros administradores de la Patria sepan elegir en cada proceso electoral.