Reflexiones: cambio y valores éticos

Décadas pregonando los valores éticos, morales, humanos. Nuestra sociedad experimenta la peor crisis de ellos. La distorsión del pensamiento producto de factores como la política, delincuencia y la corrupción, está llegando a límites anteriormente inimaginables.

La falta de líderes lleva a nuestra población ha considerar que cualquier figurita repetida o parlanchina, es la mejor. Pareciéramos estar en decadencia mental. Empezamos a pensar que es mejor político quien más ha pelechado de los fondos del Estado y que, similar a la condena de hace 2,000 años, se aplaude al ladrón y castiga al inocente.

Diógenes de Sinope, en la antigua Grecia, salía en horas del día con una lámpara y observaba el rostro de las personas; procurando encontrar el ser humano honrado. Hoy pudo serle más fácil. La televisión, con regularidad, muestra muchos deshonestos, entre los que más propaganda política hacen. Cuán fácil le hubiera sido al Maestro Diógenes señalarlos.

La honradez no depende de la clase social, rango político, militar o religioso, del sexo ni la edad. La honradez no se mide por la cantidad de cosas buenas que hagamos, ni por la forma como hablamos. La honradez –quizás- pueda medirse a través de las pocas cosas adecuadas hechas de corazón en los momentos que los infortunados la requieran, no buscando propaganda.

Es conocido que cuando una persona demuestra ser honrada y no se presta a la doble moral, existe una fuerza arrolladora. La parte corruptiva de la sociedad (que procura envolverla, presionarla y mitigar su actuar) y al igual que a Jesús, le difaman.

Quizás llevamos por dentro ese flagelo, dejándonos envolver por la desinformación, arrastrados por el chisme, comentarios infundados y el envenenamiento mental.

Estamos a 88 días de las elecciones. Tenemos para escoger entre muchas figuritas repetidas y otras escondidas en el manto de la partidocracia. Desde ahora pensemos si votamos por quienes siempre han robado al Estado -de hecho a nosotros- o por candidatos nuevos e independientes. Dios te salve, Panamá.

Ciudadano humanista y patriota.