• miércoles 19 de junio de 2024 - 12:00 AM

Reconciliación generacional

Conocidos los resultados electorales, nos dividimos entre “ganadores” y “perdedores”. A unos les hace soñar con un puesto público, mientras que otro viven la pesadilla de tener que desalojar los escritorios. Esto ocurre también entre “los de arriba”, quienes se matarán por obtener contratos de las nuevas obras públicas prometidas en campaña.

Nada de esto pareciera tener sentido, puesto que aunque el candidato presidencial se rodeó en campaña de amigos, luciendo la banda presidencial en su pecho, ahora le correspondería, repartir los panes y los peces de manera justa.

Por la gravedad de los problemas, la ciudadanía piensa que es suficiente para cumplir con lo prometido, tener las potestades para nombrar y para conceder contratos, ignorando que es necesario contar con capacidades para concertar políticas públicas, a veces incluso con grupos de adversarios. Esa es nuestra eterna lucha, y que nuevamente viviremos como esencia de nuestra democracia. Pero como también ha venido ocurriendo, los gobernantes al final terminan rodeados de sus “círculos íntimos de confianza”, con un país preñado de frustraciones.

Hemos venido haciendo llamados a los Presidentes a la concertación permanente entre “poderosos y trabajadores”, como única vía para llegar a soluciones frente a los problemas nacionales. Pero, este especial planteo a “una concertación generacional”, no demanda de la intervención de la autoridad para realizarse.

Una vez más las nuevas generaciones vienen demandando espacio para su discurso, mismo que sistemáticamente los adultos se los hemos venido negando. Con el sectarismo reinante, no nos cabe la menor duda que esto profundizará la crisis dentro del movimiento social y ciudadano, a las que les urge reestructurarse, privilegiando el pensamiento y las aspiraciones de los jóvenes. Ese mismo trance los vivió la Generación de la Dictadura.

De la fusión de las valiosas experiencias de los jóvenes del pasado, con el ímpetu y fogosidad de la juventud, tendrá como síntesis un panorama amplificado del presente, que nos permita entender el país y orientar su destino. La verdad no se aloja en las canas ni se arraiga en el furor juvenil. Se planta en la idea que mejor interprete el sentir y querer, pasado, presente y futuro de la sociedad panameña.

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