La interrogante apuntara especialmente al político, la respuesta es obvia: Todo seguirá igual, y para colmo de males, “la cosa se pondrá más dura”, pues la atención estatal camina a paso del “Cristo Negro”. Llegará cuando llegue, sin importarle al gobierno los padecimientos sociales, salvo que un milagro produzca un cambio de velocidad.
¿Por qué? Mientras las mayoría sigan quejándose en silencio, los poderosos como siempre presionarán a los gobernantes de turno, para que “a cuenta gotas” atiendan con su deber constitucional de crear condiciones para que los ciudadanos puedan mejorar sus niveles de vida.
Viviendo de espaldas a la realidad, nos desatendemos de que las tensiones geopolíticas están a punto de desatar una gran guerra global. Y el Canal de Panamá convertiría al país en un objetivo militar de primera línea. Y sobre esto, el país no tiene una postura nacional.
A lo interno, la brecha entre las mayorías y el gobierno cada día se profundizará más, de modo que como el “Tema de la Mina” aparece en la agenda oficial, la paz social está en peligro la paz. A margen de las promocionadas ventajas que la explotación de la Mina traerían al país, no hay duda de que la ciudadanía “le pasará la factura” al gobierno, reacción que se desatará sin necesidad de un fuerte activismo militante grupal.
Con esto, ya se puede pronosticar que para el año nuevo 2026 se llevará al climax el descontento social, poniendo en jaque al gobierno. Es inevitable que los Diputados eluden el problema, así que cuando llegue al hemiciclo legislativo, se debilitará más su deteriorada imagen corporativa. Mientras tanto, los casos de corrupción irán en aumento, lo que actuará como combustible adicional , que amenaza a “buenos y malos”.
En esta coyuntura, consideramos oportuno solicitarle al Contralor General de la República, que en la defensa de la democracia le de el debido curso procesal a los expedientes de “corrupción” que yacen varados en algún archivo, para que se separen “los buenos de los malos” sin importar la afiliación política del encaratulado. La ciudadanía espera ¡que pague el funcionario corrupto, y que se libere al funcionario honesto!