• jueves 13 de junio de 2024 - 12:00 AM

Pantalla general

Vemos uno de muchos edificios de apartamentos, cada unidad departamental tiene un solo estacionamiento por familia. La promotora ya cerró y hasta el comprador también. Este negocio causa un daño colateral: desorden por falta de estacionamientos, cotidianamente se forma un caos matutino y vespertino.

Son las 7 a. m. y estamos en vía España, en un embotellamiento vehicular, ante cualquier espacio que se vislumbre en la calle avanzamos ―muchas veces a velocidad― y, ante el próximo estancamiento, nos quedamos parados bloqueando cualquier paso de otro carro. El tranque empeora y genera tardanzas laborales y citas perdidas.

Tenemos la necesidad de botar los desechos que ensucian nuestra casa y una salida que nos lo facilita es pagarle veinte dólares al señor del acarreo para que nos solucione el problema, llevándose toda esa basura a vertederos improvisados, lo que causa graves daños a la colectividad, al ambiente, a la salud y a la vida.

Estamos en el metro, para nuestra estación quedan dos paradas más, pero, desde que entro, me quedo en la puerta, así salgo más rápido. No veo que esta acción produce desorden porque entorpece la entrada y salida mientras quedan espacios vacíos en el interior.

Esta miopía o estrabismo cultural no nos deja avanzar como sociedad, porque solo pensamos en nuestro bienestar y no en el bien común que, al final, es el de todos. En la cotidianidad de nuestros actos se crea nuestra idiosincrasia.

Si comenzáramos a ver las cosas de la vida con una pantalla grande, empezaríamos a darnos cuenta de que, con pequeños ajustes y cediendo un poco a nuestra conveniencia, podremos avanzar como sociedad, combatiendo el excesivo individualismo y el egoísmo en que vivimos.

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