• jueves 20 de junio de 2024 - 12:00 AM

Omnipotente y angustiado: Humor o tragedia

El cielo se tiñe de inmensa oscuridad

Se cierne sobre el horizonte un despertar sombrío. Penumbra perpetua producto de inequidad, vulgaridad y altos niveles de corrupción. Políticos y comerciantes inescrupulosos se apoderan de la Cosa Pública y en las elecciones, hasta de la voluntad del votante. Esta situación pone en peligro la salud, educación, libertad, democracia y vida de los panameños.

La esperanza casi inútil, cercena el pensamiento de progreso, principalmente de aquellas comunidades que viven en forma primitiva (altos niveles de pobreza, casas rancho, sin puentes, caminos de penetración y escuelas rancho, carcomidas por la deshonestidad).

El cielo se tiñe de inmensa oscuridad. El sol no penetra, pero el calor es asfixiante. Su intensidad es un castigo cual niveles de corrupción hemos aceptado, porque cercena la honestidad, mientras languidecen las buenas costumbres.

Surge ante tal desamparo un gobierno que ya parece limitar su actuar, igual que los anteriores, pero que bien pudiera cambiar sus velas y poner el barco a funcionar.

Se mantienen algunas expectativas. Quien preside es abogado, conoce las leyes y debería hacerlas cumplir, sin mirar con lástima o benevolencia a quienes han despilfarrado el patrimonio de los panameños.

Las investigaciones deben ser prístinas, a tal grado que quien se enriqueció con subterfugios, no solo debe quedar preso y hacer botar las llaves, también obligarle devolver lo robado, investigando todas sus generaciones, hasta recuperar el último centésimo, independiente el cargo público que hoy ostente.

Obviamente, para eso se necesita un procurador que no le tema al compadrazgo y un Contralor que use pantalones sin tirantes, ambos con funcionarios probos. Éstos funcionarios deben contar con pleno conocimiento de la Institución que dirigirán, es decir personal hecho, formado en esas mismas filas y con 30 años o más de servicio íntegro, de lucha honesta.

Indiscutiblemente que estas cosas no sucederán, quedarán en el tintero o alegoría del poeta. Es más fácil continuar bajo la tormenta que tratar de apaciguarla. Y no hablemos de la minería, porque pudiéramos vaticinar cientos de muertos y miles heridos. Dios te salve, Panamá.

Ciudadano humanista y patriota

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