• miércoles 19 de diciembre de 2012 - 12:00 AM

Llega la Navidad

En los próximos días llegamos a la fiesta del nacimiento de Jesús y con pena y tristeza vemos cómo cientos de miles de panameños, de los...

En los próximos días llegamos a la fiesta del nacimiento de Jesús y con pena y tristeza vemos cómo cientos de miles de panameños, de los lugares más recónditos del país, siguen viviendo en las mismas condiciones de siempre, sin acceso a luz eléctrica, agua potable, centros educativos en condiciones de dignidad, con educadores que hace tres y cuatro años no cobran los viáticos por laborar en lugares de difícil acceso, centros de salud destartalados, sin medicinas, sin médicos, vías en mal estado donde las tienen, ya que en su gran mayoría son caminos donde solo pueden pasar con animales de carga, etc.

Para ellos no existe la fanfarria de los citadinos, de las capitales de provincias, fuegos de artificio, regalos a montón y mientras más caros mejor, grandes comilonas y cuantas cosas más.

Ellos se conformarían con gobernantes que velaran por sus intereses, que tuvieran un poco de compasión humana y desprendimiento para entender su situación y no continuar con la mala práctica de comprar sus conciencias a partir del regalo de las bolsas de comida, jamones (al estilo Chello) utilizando una partida de la Junta Comunal de El Chorrillo, para regalar jamones a todo un circuito electoral y saciar sus aspiraciones de ser alcalde del distrito capital.

Estos hermanos del campo y de la ciudad que viven en las condiciones que describo, solo aspiran a vivir con dignidad y decoro, y que sus gobernantes piensen en sus realidades. Que no solo los recuerden en los años pre y electorales, sino que estos vivan sus calamidades y trabajen para sacarlos de ese mar de problemas y vicisitudes.

Cuando quienes gobiernan piensen que no solo deben gobernar para las ciudades y que allá, donde uno, también existen ciudadanos que necesitan mucho más del apoyo gubernamental, estaremos andando en el buen camino. Al resolver los problemas de los hermanos del campo, de los indígenas, en dos palabras, los pobres, estaremos en los senderos del Señor.

La fiesta del nacimiento del Señor es la fiesta del compartir, de la solidaridad, de la hermandad, la cual no debe confundirse con la dádiva, la compra de conciencia, las migajas que dan algunos con la Teletón, los cuales durante todo un año se pasaron atropellando a sus trabajadores, robándoles las horas extras, malpagando el salario mínimo, abusando con los precios de sus productos puestos en las tiendas de abarrote y luego piensan que haciendo la donación limpian sus pecados.

¡Que la fiesta del Señor sirva para reflexionar!

*EXSECRETARIO GENERAL DE LA CGTP