Las noticias que a diario recibimos, nos presentan un mundo que por luchas de poder político, en cualquier momento explotará. Es una incertidumbre en la que siempre hemos vivido, generando miedo por aquello que pudiéramos perder, o por los proyectos que dejaríamos inconclusos.
En días pasados, prestantes figuras del nuevo gobierno aludían a las carencias presupuestarias, y pronosticaban un futuro desesperanzador. Aun cuando ese fuere el caso, no celebraría que se agudizara la desatención estatal a las mayorías, o que se entorpecieran los programas de desarrollo nacional previstos o pendientes.
Es motivo de satisfacción encontrarme con los amigos de mi barrio, “ese lote” con el que vivimos tantas aventuras y anécdotas, de que los que además me siento muy feliz, pues al recordar que salimos adelante a pesar de tener todo en contra. Sin embargo, eso también me genera una pregunta cuya respuesta no me ha resultado fácil encontrar.
De dónde nacía esa fuerza interior que nos hizo desafiar todo y a todos los obstáculos que en nuestro paso encontramos, y que todavía hoy seguimos encontrando? ¿Sería acaso fruto de la disciplina enseñada en casa? ¿De la orientación del cura o del pastor? ¿De las clases recibidas de aquellos olvidados maestros? Sea lo que fuera, aceptamos con valentía la invitación a hacer algo grandioso con nuestra vida, pues en definitiva, ser útiles es propósito que a todos nos depara el destino.
Sería un oficio sencillo, dirigir un país teniendo “las arcas llenas”. Si embargo, el país padece graves problemas, que complicarían la equitativa distribución de “panes y peces”, a causa de radicalización de las exigencias de “los de arriba y los de abajo”. Ante tales condiciones, el reto que le toca asumir el electo Presidente Mulino, es el convertir a la gente de a pie y sus pisoteados sueños, en el principal recurso del que deberá echar mano.
La politiquería ha envilecido el espíritu ciudadano. Pero, aunque a lo largo de nuestra historia hayamos visibilizado tantas angustias y traumas colectivos, aun en la adversidad cada generación de jóvenes ha llenado su corazón de esperanzas, revelándole al mundo el deseo de los panameños ser un país de paz, prosperidad y justicia social.
Figuras del nuevo gobierno aludían a las carencias presupuestarias, y pronosticaban un futuro desesperanzador
