• jueves 03 de octubre de 2013 - 12:00 AM

Inundaciones de advertencia

En Panamá, las lluvias no son nuevas. En mis años mozos, producto de los fuertes aguaceros, recuerdo como se inundaban los manglares y n...

En Panamá, las lluvias no son nuevas. En mis años mozos, producto de los fuertes aguaceros, recuerdo como se inundaban los manglares y nos era imposible llegar a ellos. Quienes dichosamente excedemos los 60 podemos contar historias sobre el tema, que dejarían a muchos perplejos ante el desconocimiento de esa realidad.

En los patios de las casas y por los huecos de arrieras emanaba agua completamente limpia y saludable. Muchos acercábamos la boca al manantial y tomábamos agua fresca, pura, limpia. Era tanto o más deliciosa que la de tinaja. Igualmente el agua de los ríos y quebradas, las que hoy son insalubres.

Nuestros recuerdos no alcanzan inundaciones en los poblados, por lo menos en los más habitados. A diferencia de unos lustros, donde unas cuantas gotas de lluvia impiden la movilización, responsabilidad de las malas administraciones gubernamentales, pero quieren culpar a la naturaleza.

Muchos conservacionistas y comunicadores sociales vienen previendo a la población de la mala administración que los gobiernos mantienen, con relación a los rellenos de las bahías, talas indiscriminadas, destrucción de manglares, levantamiento o creación de islas, rellenos para las cintas costeras, construcción de nuevas barriadas, que pudieran provocan inundaciones.

Llovió copiosamente los días 29 y 30 de septiembre. Las inundaciones de calles y comunidades nos hacen recordar que el 4 de julio de 2009 se escenificó un sismo de 6.3 grados según la escala de Richter, sacudió todo el país. Que su epicentro fue en la provincia de Colón. El sismo lo catalogamos como un mensaje divino, para que la nueva administración gubernamental se manejara con cuidado, con respeto a los ciudadanos, con amor a la Patria (ver artículo de 9/07/2009, ‘Temblor, Señor Presidente, temblor’).

Expresaba que: ‘De nada serviría una asamblea vestida de blanco, símbolo de pulcritud y transparencia, si sus actos se ven empañados, producto de sus acciones’.

Hoy poco puede decirse del amor a la Patria, de nuestros gobernantes, la mancillan favoreciendo a irresponsables y hasta emitiendo fallos descabellados contra la naturaleza.

Por estas inundaciones de advertencia no puede culparse a la naturaleza, los responsables somos nosotros; por una parte los gobiernos que autorizan y permiten construcciones en lugares o formas incorrectas, y por la otra, la población por el poco importa, hasta cuando la situación perjudica personalmente a algún pariente o allegado y las colchonetas donadas no solucionan el trauma.

Hemos denunciado que algunos rellenos a los laterales del Corredor Sur están por encima de la carretera y que esta situación data desde el gobierno pasado, pero a nadie parece importar, hasta cuando no pueda transitarse porque las aguas rebasan la vía. Dios te salve, Panamá.

* ECONOMISTA, EDUCADOR Y HUMANISTA

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