Ser experto en algo significa que se tiene dominio en la ejecución de una disciplina, profesión o actividad, tanto a nivel profesional como personal. La experiencia se logra con la repetición de la acción y gracias a enfrentar y solventar distintas dificultades, lo cual te hace un experto que domina cierta actividad. No es igual una persona con experiencia profesional que una que carezca de ella.
Si voy a contratar los servicios profesionales de alguien idóneo, ya sea un mecánico automotor, un médico especialista, un relacionista público, o cualquier otro, ese profesional tuvo que ganar experiencia a través de la repetición de actos y procedimientos; también tuvo que experimentar por primera vez.
Igual pasa con las cosas de la vida. Cuando se es madre o padre primerizo, estamos llenos de ansiedades y de temores de enfrentar las cotidianidades que produce un primer hijo. Queremos hacer las cosas correctamente, y ese puede ser un detonante para aumentar nuestra ansiedad, hasta que transcurren los años y nuestro hijo ya es una persona adulta y formada.
Esa primera vivencia está cargada de ansiedades y, conforme pasa el tiempo, podemos vivir una segunda experiencia. Una madre que da a luz a un segundo hijo posee mayor pericia en los quehaceres de la maternidad. Esa experiencia fue iniciada con una primera vez que, en lo posible, estuvo cargada de errores que se fueron perfeccionaron en el tiempo.
Igual pasa con los proyectos personales: deben ser vividos en novatada para hacerlos luego en experticia. Por eso es tan importante la primera vez, siendo ella que nos da el impulso inicial que está lleno de obstáculos, que son superados para, luego, dominarlos.