“Lo que no se comunica, no existe” esta frase se repite una y otra vez en un mundo donde constantemente estamos comunicando, y conforme hemos evolucionado así mismo la tecnología lo ha hecho dotándonos de herramientas que al menos hace diez años no podíamos imaginar y que gracias a la invención del ser humano se ha logrado. Hoy en día el rol de un relacionista público ya no sólo es cuidar la imagen y reputación de una organización, sino también, tiene la capacidad de diseñar estrategias que generen programas de sostenibilidad que vayan enfocados en tener una sociedad más comprometida por el ambiente, cultura, educación entre otros.
Aunado a esto, si nos centramos en las acciones de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), debemos tener en cuenta que, se debe cumplir con estándares que conecten con aquellos objetivos de desarrollo sostenibles, que puedan implementarse desde la vía interna y externa convirtiéndose en espacios donde el clima organizacional genere un compromiso integral de todos los involucrados.
Cuando una organización ya sea de origen estatal o privado decide implementar un programa de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es muy importante saber el objetivo específico y el impacto que tendrá para la comunidad y su retorno a la empresa, y si el mismo va alineado con los objetivos establecidos y del alcance que queremos lograr a corto, mediano y largo plazo.