Es una verdad de a puño “que hay leyes para todo”. También lo es que hay grupos privilegiados protegidos para desatender los mandatos y prohibiciones normativas, y los grandes sectores sociales a los que por cualquier tontería, en nombre de la paz y la concordia se les descargan todo el peso de ley.
Esta paradoja explica las razones el comportamiento aprehensivo e indiferente de los ciudadanos ante las instituciones y autoridades, aun cuando digan que lo hacen para brindarnos seguridad ciudadana y jurídica. Así las cosas, pronto terminaremos protegiendo nuestros derechos con nuestros propios medios, entonces por las debilidades anotadas urge recomponer el Estado democrático.
Sin éxito alguno, no hay gobierno que no se haya comprometido a acabar con estas roscas, cuya fortaleza está incubada en los propios cargos públicos o es un premio por pertenecer a los herméticos círculos del poder. Todo este descalabro empieza con las elecciones, evento lleno de promesas de correcciones, pero mediando el “sacos de cemento y las bolsas de comida”, no hay duda que todo seguirá igual.
En nada les importa a los electos la “salud institucional”, al agravarla con sus polémicas actuaciones, que parecieran movidas por la “fuerza de los maletines”. Estos rosarios de corruptelas se siguen dando al amparo de esos pactos de impunidad concertados con los clanes políticos, lo que les brinda plena tranquilidad y seguridad a los involucrados.
El colmo de la inmoralidad, es que el corrupto pregona que actúa en el nombre e interés de ese desempleado, que hoy verá difícil “llevar la comida” a su mesa. Que nadie espere que un funcionario quebrante la ley en el interés de las mayorías. Pero se percibe que esos escrúpulos desaparecen, en el intento de favorecer a “un cocotudo”. Si la fuerza punitiva del Estado se reduce ante los privilegiados, la impunidad transforma en un dogma la “cacareada” igualdad jurídica.
La inercia institucional demostrada ante corruptelas de “vieja y larga data”, amenaza con colmar la paciencia de la gente decente. Si no se rompen esos grupos orgullosos de su impunidad, pronosticamos que las grandes decisiones gubernamentales que se tomarán para resolver graves problemas nacionales, encontrarán el rechazo ciudadano.