La proclamación oficial de su persona, como Presidente electo, respaldado su triunfo en las urnas, por la voluntad de 778,763 ciudadanos, abre puertas de esperanzas en los sectores mayoritarios de nuestra población, cansados y decepcionados de la ineptitud e incapacidad del gobierno que, felizmente, pronto concluye.
Al alcanzar usted el rango de primer mandatario, luego de superar todas las artimañas montadas en su contra, muy particularmente por el magistrado presidente del Tribunal Electoral y la magistrada presidente de la Corte Suprema de Justicia, ha enviado usted mensajes claros y contundentes de gratitud y compromiso.
Gratitud expresada, para con un pueblo que vive en un mar de desigualdades inmerecidas, en un tsunami de corrupción e impunidad, con miseria y hambre, sin agua, ni servicios básicos de salud. Sus recorridos, en la apresurada campaña electoral, le han permitido palpar el sinnúmero de necesidades que agobian a una gran mayoría. Por ello, sus inmediatas expresiones públicas de gratitud revelan un claro propósito y voluntad de servir, y no de servirse del cargo, como sus antecesores inmediatos.
Su compromiso de recuperar la dignidad nacional y la personalidad internacional del Estado, cuenta con una experiencia personal que usted sabrá hace valer dentro del respeto a las libertades democráticas y los principios y valores humanos.
No es una tarea fácil la que le espera a usted y a su equipo de trabajo. El país se lo entregan saqueado, asqueado y necesitado. Saqueado, pues las arcas del Estado han sido vaciadas por la empresa criminal conjunta gobernante. Asqueado, por todos los abusos que, durante cinco años han perpetrado contra los de abajo. Necesitado, de políticas públicas humanistas, transparentes, progresistas, que eleven a Panamá a la cresta de la ola en que debe estar.
Los adversarios de la democracia no cejarán en sus intentonas de descalificar la necesidad de cambios transformadores. No dejaran de actuar desde sus tribunas mediáticas o partidistas, para rechazar la necesaria concertación para comenzar a solucionar los agobiantes problemas.
A los gatopardistas partidarios del status quo, habrá que llevarlos a la mesa del debate y de la concertación para el cambio constitucional que, solo un proceso constituyente originario puede darnos.
