Barrio histórico

Los pueblos levantan monumentos para recordar su historia. Para mantener fresca su memoria. Nuestro pueblo necesita, hoy más que ayer, mantener la memoria fresca, para no cometer los errores del pasado, pero igualmente para recordarles a todos los panameños y extranjeros que conviven con nosotros, que hay una historia de la cual nosotros debemos sentirnos orgullosos.

Algunos panameños del ayer republicano y del hoy moderno Panamá, dudan y niegan su propia historia.

Unos porque siguen las viejas consignas colombianas, la historia negra de nuestra independencia según ellos, otros porque aquí el 3 de noviembre de 1903 no llorreó la sangre por las calles del Casco Viejo ni en los pueblos interioranos como las guerras contra el colonialismo español y muchos más por una ignorancia rancia de su esencia nacional, producto de una educación en muletas, de la cual no hemos podido desprendernos a pesar de todos los discursos de los políticos, de los gobiernos, de los grupos sociales, de la izquierda y de la derecha criolla.

Pero la sangre que reclaman muchos, fue derramada por los panameños en las luchas libertarias de Simón Bolívar y por los panameños de la ciudad y del campo en la Guerra de los Mil Días. Antes y después de 1903 la sangre panameña fue derramada por la libertad y la independencia de todos los panameños.

De allí nuestra necedad, hace ya bastante tiempo, de que hace falta un monumento nacional que cante nuestras glorias, que honre a nuestros héroes, que venere a nuestros mártires y héroes anónimos. Y ahora, que el Señor Alcalde de Panamá, quiere conmemorar por todo lo alto los 500 años de la Fundación de Panamá es el momento para rescatar al Barrio de Calidonia para empezar. Allí, en ese espacio histórico, se han dado varias batallas que deben ser recordadas: la batalla de la tajada de sandia de 1856, la batalla del Puente de Calidonia en 1900, la batalla de los inquilinos en 1925 y la batalla del 9 de enero de 1964.

Exembajador de Panamá en Nicaragua y Brasil