
- viernes 25 de julio de 2025 - 12:00 AM
Desde los cinco años supo que tenía un don, pero no fue hasta los 13 que comenzó a mostrarlo al mundo. Primero fue sonidista en el conjunto de su padre, luego corista, más tarde voz principal y ahora es el alma del tamborito.
Yejo Cedeño, hijo del reconocido Lucrecio Cedeño (q.e.p.d.), es de esos panameños que llevan la música típica en la sangre. A los 16 años, por una casualidad del destino, terminó cantando en un compromiso familiar, y desde entonces no ha parado.
“Fue la abuela de mis hermanos por parte de padre, quien necesitaba ayuda, y yo me lancé. Solo sabía tres piezas que me enseñó papá, pero con eso bastó”, cuenta entre risas. La saloma, ese grito con sentimiento que adorna nuestros bailes típicos, lo acompaña desde la infancia. “Desde los cinco ya la practicaba en casa. Me gusta porque no todos la pueden hacer y hay que esforzarse para estar a la altura de grandes como mi mamá”.
Hace nueve años, cuando su madre enfermó, Yejo asumió la responsabilidad de ser la voz principal masculina y también salomador. Hoy lidera el conjunto ‘Ritmo de Pedasí’, el legado de su papá y también su grupo ‘Cantar con el Alma’, con el que lleva alegría a fiestas, tarimas y escenarios.
Respetado por los grandes
A pesar de su juventud, músicos como Osvaldo Ayala y Darío Pitti lo han buscado para cantar y salomar en sus presentaciones. “Con Osvaldo me tocó en dos ocasiones. Fue por recomendación de la señora Peregrina Frías. Estaba indispuesta y me llamaron para cubrirla. ¡Imagínate el honor!”.
Yejo no es de los que se achican. Asegura que no siente pena cuando lo llaman a una tarima. “Esto me gusta. La gente que sabe me ha elogiado y eso es lo que más me llena”.
De los tamboritos a la cocina
Durante la pandemia, como muchos artistas, tuvo que reinventarse. “Monté un restaurante para mantener a mi familia, porque no había presentaciones. Fue solo durante ese tiempo, pero aún hoy cocino todos los días con amor para mi mamá, que es la clienta más importante”, expresó.
¿Y cuánto se cobra por una saloma? “Depende del esfuerzo. Me han pagado hasta $60 por presentación. Una vez un artista bien pegado me dio $20 y se los devolví. No es por la plata, es por el respeto”.
Hoy, Yejo vive agradecido con Dios, con su madre, con su sobrina Roselin y con los músicos que lo han acompañado. Su voz y su saloma se han convertido en el eco de una tradición que no quiere dejar morir. Y si lo duda, escúchelo salomar... y entenderá por qué lo llaman Cedeño, el del alma en la garganta.