Una vieja vengativa
- domingo 19 de enero de 2014 - 12:00 AM
Doña Ruca jamás había olvidado el desplante de Ramiro, quien una tardecita lejana la recostó sobre un limonero y la sometió con un par de frases calientes y unos besos de lengua. ‘Solo sentí el trus’, les dijo luego, feliz, a sus amiguitas. Pero la desilusión vino pronto, cuando se lo encontró en la tienda y él la miró indiferente. Más tarde se mostró como si nada hubiera pasado, y dos años después, tiempo en el que nunca le habló, se casó con una pelá de otro barrio, la cual trajo a vivir con sus padres y le tocó a ella verlos formar la familia. De esa unión ya Ramiro tenía nietos, entre estos la bella Paz Ester, que era ahora una de las concursantes a reina del Carnaval de Los Torombolos.
‘Primero muerta que permitir que esa sea la reina, voy a meter mi mano hasta donde sea, pero no me da la gana de que la nieta de Ramiro sea la majestad de las fiestas de Momo’, dijo doña Ruca, a quien el tiempo no le había apaciguado el rencor por el desplante sufrido en la juventud. Fue ella la primera en llegar al sitio donde se desarrollaría el escrutinio. Las candidatas llegaron puntuales, acompañadas de su barra y de sus familiares. Ramiro, ya canoso y panzón, cargaba bajo el brazo el sobre amarillo con el dinero de su nieta. No tardaron los testigos en hacer pasar a las aspirantes con sus ‘aportes’. El conteo duró varias horas hasta que se anunció que había un empate y que cada una posaría frente al público con un cántaro de cartón, para que los simpatizantes fueran pasando a ‘echarles lo que les dictara su corazón’.
En su esquina, doña Ruca observó el movimiento e hizo sus cálculos. Y esperó con deleite el momento oportuno. Cuando el jurado anunció que el concurso estaba próximo a cerrarse, ella subió lentamente mientras la barra de la nieta de Ramiro gritaba frenética: Rua, rua, rua, Paz Ester, rua, rua. La vieja los miró y mantuvo una sonrisa indefinida. Y avanzó directo, resuelta, y se paró frente a la rival de Paz. Luego, sin perder la sonrisa, metió la diestra en su busto y sacó un fajo. ‘Esta es la soberana del Carnaval 2014, carajo, duélale a quien le duela’, gritó y echó el platal en el cántaro.
El público contrario al de Ramiro se desgajó en aplausos y gritos hasta que el jurado contó el dinero de cada cántaro y anunció como ganadora a la otra muchacha. Enseguida, la barra de Paz Ester se le abalanzó a doña Ruca, pero los del grupo ganador ripostaron y formaron el zafarrancho.
La mamá de la candidata derrotada logró darle un pescozón a doña Ruca, pero esta se la sacudió y pudo llegar hasta donde Ramiro, a quien se dio el gusto de arañarle la cara. Dijeron después los parroquianos que el viejo había llorado lágrimas de sangre por la derrota de su nieta más querida, y que a quienes lo vieron llorar les dijo que siendo joven leyó por ahí que ‘el que ofende escribe en arena, pero el ofendido escribe en mármol’.