¡Reparta esa vaina!

Los famosos clubes de Navidad son el dolor de cabeza de muchos.
  • viernes 20 de noviembre de 2015 - 12:00 AM

Los famosos clubes de Navidad son el dolor de cabeza de muchos y, tristemente, los socios se joden todo un año y en horas esa plata se evapora o cae en otro bolsillo.

Alcibiades estaba en el club de la oficina y andaba al día en sus cuotas y actividades, pero por tonto fue víctima de un nalgazo y accedió a solicitar un préstamo para Sofy, una de las pocotonas de la empresa y quien había transado a varios con la promesa de un calientito que a muchos no les tocó, porque la guial era hábil para engatusarlos y luego dejarlos arrechones y engrampados en algún lío económico. En enero Sofy simuló intentar pasar con sus protuberancias por un espacio demasiado pequeño para ese nalgatorio, y en el intento rozó a Alcibiades, a quien más tarde ella abordó para pedirle disculpas por el rozón. Melosa le dijo: Ay, compañero Alcibiades, disculpe, es que no me fijé que usted estaba allí y como venía disgustada porque me robaron la cartera y, ¡qué dolor!, con toda la quincena.

Y le soltó la clásica: ¿Conoce usted a algún prestamista?, necesito mis 300 dólares del súper. Alcibiades se quedó mudo y Sofy se fue reiterándole las disculpas por el traserazo. Esa misma tarde él la buscó para decirle que podía pedir prestado en la cooperativa de la empresa y que él sería el fiador. Fue esa la última vez que Sofy lo saludó, porque apenas recibió el préstamo se olvidó de que él había confiado en ella y que, mínimo, merecía un saludo. En agosto lo abordó la tesorera del club para decirle que Sofy no había abonado nada de intereses ni de capital. El mundo se le vino encima a Alcibiades que ya había olvidado que Sofy no lo saludaba y también había olvidado la deuda, se decidió entonces a hablar con ella que esta vez le sonrió dulcemente y le dijo que pronto cancelaría.

La memoria corta de Alcibiades y la frialdad de Sofy surgieron otra vez y ninguno volvió a recordar la deuda hasta que llegó el 15 de noviembre, fecha de la repartición, dato que la mujer del socio tenía anotada en rojo y lo esperó con la mano abierta para recibir el chenchén. Tartamudeando Alcibiades le dijo que la tesorera había pospuesto la entrega del dinero porque se había fracturado el fémur. ‘Me vale un coño que se haya quebrado un brazo, ella tiene otro brazo y con ese puede repartir la plata', gritó la mujer, y Alcibiades le contestó: No seas bruta, el fémur es el hueso del muslo y no del brazo.

‘A mí no me digas bruta, conmigo sí tienes boca, ¿verdad?, pero a la tesorera esa fresca no te atreviste a ubicarla, mañana voy a la oficina porque yo sí la voy a ubicar, ¡que reparta esa vaina que el año solo tiene un 15 de noviembre y ese ya pasó', amenazó la esposa de Alcibiades, quien se desveló toda la noche porque sabía por qué no le habían dado lo suyo.

La esposa no amenazó en vano, y fue al trabajo de Alcibiades a exigirle a la tesorera que repartiera los ahorros; ‘reparta esa vaina, que no es suya', le gritó. ‘Esa vaina ya la repartí y a tu marido no le tocó nada porque debe un préstamo que hizo una compañera, etc.', le chilló la otra y le cerró el libro del club con un carajazo. La esposa no se aculilló y llegó embellacada a la oficina de Sofy, brava con ella, pero más con el marido pendejo. Formó un revolcón de los grandes y no se calmó hasta que el gerente le exigió a Sofy firmar un préstamo con la empresa para devolver el dinero prestado y los intereses. ‘Y el otro año boto al que organice una cooperativa y al que se haga socio', advirtió el mandamás cuando la mujer de Alcibiades se fue con el dinero del club. ‘En la casa arreglamos cuentas', le dijo a Alcibiades apuntándolo con el índice.

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Bellacona: Yo sí la ubico, que no me busque.

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Desafío: Que venga, soy más cabreadita que ella.

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