La rebeldía la llevó al fracaso

En esas, nada pudieron hacer los dos para ponerse de acuerdo. Había un tira y jala para quedar bien con 'Maria'
  • sábado 02 de abril de 2022 - 12:00 AM

Marianeth era una adolescente rebelde, a nadie le quería hacer caso, y se aprovechaba de que sus papas estaban separados para bailar al son que le convenía. Si no estaba de acuerdo con su mamá, se refugiaba en su padre y viceversa.

En esas, nada pudieron hacer los dos para ponerse de acuerdo. Había un tira y jala para quedar bien con 'Maria', como le decían de cariño. Y, así, la chiquilla se les salió de las manos.

Llegó a su adolescencia y la pelaita se creció, era más grande que la mamá, por eso quien debía ponerle disciplina flexibilizó las reglas de la casa. Tenía miedo de que la hija se le fuera encima y le pegara.

Pero qué error más grande cometió, porque si era para ponerla a prueba, esa misma era la etapa para ver hasta donde llegaba.

Los meses fueron pasando y cumplió 17, Maria, ella ya no tenía horario de entrada y salida de casa. Su mamá se desvelaba orando para que todo los días llegara con bien.

Las salidas se fueron extendiendo al punto que salía en la tarde y regresaba al amanecer. Nadie sabía en lo que andaba porqué se demoraba tanto en la calle. Hasta que un día todo se destapó.

La crianza blandengue no ayudó a que Maria tuviera los cimientos de valores y conducta. Ella vivía por vivir y la gente a a su alrededor se aprovechaba de eso.

Un día tocó la puerta de la habitación de su mamá y llorando le dijo: "Mami, ayúdame". Madre es madre, como dicen por ahí. Sea en el problema que sea que estuviera metida su mamá la iba a ayudar.

Las lágrimas eran de vergüenza y de autocastigo. Había quedado preñada y no sabía quién era el papá de la criatura. Fue por eso que de una vez le sugirió a la mamá que el aborto era la mejor solución.

La doña que no terminaba de entender lo sucedido, sólo le quedó responderle: "¿Pero, cómo? ". Como si el tiempo que pasaba afuera de casa lo invirtiera cantando villancicos o tejiendo.

Una pela o un pelao sin guía se descarrila. Eso está seguro.

El papá fue el segundo en enterarse, porque alguien tenía que dar la plata para terminar de cualquier manera esa gestación. Tremenda regañada se llevaron ambas, una por tener a la hija con la soga larga y a la misma Maria por andar de brinca y salta.

El obstáculo que tenían era que el aborto es un delito y quien lo comete puede meterse en serios problemas.

Los papás avergonzados, como pocas veces después de que se separaron, se unieron en acuerdo para acabar de raíz el problema que le truncaría el futuro a su nena. No se daban cuenta que con sus desacuerdos ya se habían dañado a la criatura de ambos. Pero bueno, ya eso es otro cuento.

El padre dio el dinero y la mamá la acompañó, entraron en una de las clínicas paupérrimas, donde el Minsa ni pasa a supervisar porque ni sabe que existo. Pero es justamente en estos lugares donde doctores de quinta se prestan para hacer estos servicios que busca el pueblo. Bajo la manga.

La chiquilla, de dos meses de embarazo, fue dada de alta y regresó a su casa. Cabizbaja, porque ninguno de sus amigos y amigas de parking estaban ahí para apoyarla o escribirle al WhatsApp, "te perdiste, qué te pasó". Ahí se enteró que amigos solo papá y mamá.

En la noche, estaba cogida en dolor y una hemorragia la sorprendió, gritó desesperada por ayuda y fue llevada al hospital debido a la cantidad de sangre que perdió. Ella no volvió a ser la misma. Los médicosa reportaron con el Ministro Público por haber realizado a espaldas de las autoridades. Pero ya todo era tarde, perdió la moral, a su hijo y la libertad.

Sus padres tuvieron que vivir con la vergüenza de haberse unido para apadrinar a la rebelde de su hija, pero no para criarla.

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