Huele a quema'o
- miércoles 27 de abril de 2016 - 12:00 AM
A veces, los descuidos pueden pagarse caro y ese es el precio que tuve que pagar por andar haciendo cosas que no debía. Roxana y yo nos conocimos en una fiesta de quinceañeras, a la que yo fui obligado porque me tocaba custodiar el ‘tesoro' de mi hermanita, que, para desdicha mía, a cada rato la invitan a ese tipo de fiestas y me tengo que aguantar a un par de viejas aburridas que me ponen de compañeras de mesa. Gracias a la complicidad de una amiguita, yo pude obtener el número de Roxana y ella el mío, porque ambos quedamos flechados con solo bailar una vez, y eso que tuvimos que hacerlo bien distante, como de Darién a Chiriquí, porque la mamá de ella estaba ojo al Cristo. Luego, ella quiso que yo fuera su novio, pero, lastimosamente, los padres de ella no me aceptaron, porque, según ellos, yo era un pobretón que nunca podría darle lujos a la hija.
Así que me rebelé y prometí que yo sería el novio de su hija les gustara o no, por lo que iniciamos un noviazgo telefónico; casi nunca podíamos vernos, Roxana estaba prácticamente custodiada por su familia, todo era por chat. De noche, los viejos le quitaban el internet y el celular, dejándonos solo a merced de las horas diurnas. Una noche sentí una cabreazón por no poder chatearle, y pensé en dejarla, pero me arrepentía al recordar sus ojos lindos y ese cuerpo tan esbelto y nutrido solo en las partes que los panameños pedimos rellenas. En todo ese tiempo, lo más íntimo que había sucedido eran unas fotos que ella me enviaba en ropa interior, las que guardo como oro en polvo, porque nunca sabe uno cuándo serán útiles.
Una tarde me envió un mensaje diciéndome que se iba a quedar sola al día siguiente, a mí me brillaron los ojos porque al fin iba a estar con Roxana y esa noche no pude dormir pensando en todo lo que podía hacer con ella. Por primera vez me escapé de la universidad y cogí un bus hasta una parada cercana a su casa; allí esperé más de dos horas hasta que vi pasar el carro de sus papás. Cuando entré había mucho olor a guisos, ella me dijo que esperara un momentito mientras preparaba la comida, pero como ella vestía un pantalón muy corto y una blusa ombligo afuera, yo no aguanté y le caí con todo el vigor de mis 19 años. Apenas oí que ella me dijo que era virgen, realmente, tan afanado estaba yo por hacerle de todo que no puedo dar fe de la inocencia de Roxana, lo que ahora, con mente fresca y miembro dormido, lo pongo en duda porque ella, a pesar de sus 17 años, sabía hacer muchas cosas. Estuvimos horas juntos en su cuarto, ella me confesó que estaba locamente enamorada de mí, yo no supe qué responderle y le dije que en la cama no se menciona la palabra amor porque todo se daña, ella se enojó un poco conmigo y quiso levantarse a ver cómo iba la comida, pero yo me puse a rogarle que me perdonara por decirle palabras de bruto, y en eso se le olvidó el pebre, porque yo la abracé y nos tiramos también me g el de la reconciliación, y seguimos dándole y sacándole al cuerpo.
Hasta allí, todo marchaba muy bien, yo había perdido la cuenta de las veces que lo habíamos hecho, pero pasó algo que cambió el panorama. De repente, vemos mucho humo proveniente del piso de abajo, yo me asusté muchísimo y me vestí a mil, corrí en diferentes direcciones mientras gritaba ‘se va a prender la casa'. Estábamos tan asustados que no pudimos apagar el fuego por nuestra cuenta y tuvimos que llamar a los bomberos. Por el placer y el susto olvidé el reloj, de manera que los viejos me agarraron allí. El don casi me mata, sigo vivo gracias a los valientes bomberos.
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Atrevida: Ven mañana, que me quedo solita en la casa.
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Aperitivo: Te mando esas fotos mías, tú dirás…