Flojo y perequero

- lunes 12 de octubre de 2015 - 12:00 AM
‘Jaime sí es un hombre de cojones, ese busca la plata hasta debajo de las piedras, no conoce la mala vergüenza para agenciarse un par de reales para su casa, para su familia, para los suyos', dijo Leandra cuando lo vio salir con un tanque de chorizos. El comentario le supo a rayos a su marido Jeremías, quien llevaba meses sin trabajar.
‘¿Por qué no te casaste con Jaime?', le gritó a su mujer y salió dispuesto a partirle el coco a cualquiera. Fue antes de llegar a la parada que cogió la primera rabieta cuando una vecina le gritó ‘Jo, ‘Jere', usted pasa y ni saluda, maleducado'. La miró con odio y siguió. Luego se encontró con Layla, quien lo traía casi desmemoriado por las tetas abundantes y el caminado sabroso. Fue pura risa y pascuas con ella, ‘Ay, Layla, cuándo será que pondré mi boca en esas lolonas', le dijo y ella lo choteó llena de vanidad por saberse admirada. ‘Cuando tengas unos billetitos hablamos, Jeremías, tienes que buscar empleo, ya viene diciembre y hay trabajo bota'o, lo que pasa es que tú eres flojo, fíjate en Jaime, allá e stá en la parada con un tanque de chorizos, seguro que saca su buena tajada con esa venta', le cantó la tetona y eso fue como poner el dedo en la llaga. Jeremías soltó un repertorio de palabras obscenas en contra de Jaime y hasta advirtió que le sacaría la mugre si alguien volvía a alabarlo en su presencia. ‘Deja la envidia, que la envidia es, como dice el autor, un martillo destructor', le dijo una oyente y Jeremías se puso peor, la furia le provocó un ataque biliar y la boca se le llenó de amargura. Se fue vuelto el diablo y en el camino se topó a una vecina que le dijo ‘hay venta de chorizo en la parada, y son de los buenos, los está vendiendo J…'. Jeremías no la dejó terminar, con un ademán y una torcida de ojos la mandó que se callara, pero la doñita era revoltosa y no se dejó, le gritó ‘imite y supere el envidioso al envidiado y tanto como él será envidiado'.
‘¡Váyase al carajo!, usted es peor que un gallote, comiendo porquerías, pura piltrafa, puro desecho, ¡es un chorizo!', le gritó él y la doña solo se persignó para alejar al maligno.
En la parada se formó el revolcón porque, como dice el refrán ‘dale al diablo lo que es suyo: lujuria, envidia y orgullo', la vecina tetona conversaba animadamente con Jaime y esto empeoró el ánimo de Jeremías, quien, para joderlo, le gritó: ‘Tú viniste a enamorar mujeres o a vender chorizos, y para la habladera que estás vendiendo comida, con razón por ahí te dicen jaime.com'.
Jeremías no era hombre de problemas, pero había salido de su casa con el ánimo contrariado porque su mujer lo acusaba de que hablaba demasiado y de que siempre tomaba la palabra y no la soltaba. ‘Te la das de que lo sabes todo, no hay un tema del que seas ignorante, con razón mis hermanos te dicen ja ime.com', le había dicho ella, y oírlo de boca de otro lo puso también de un humor de los mil diablos, porque se imaginó que de seguro su mujer y Jeremías tenían algo y ella le había comentado que sus hermanos lo llamaban así. Fue suficiente para que se armara la riña, Jaime descuidó su negocio y se le fue encima a Jeremías, quien se le paró de tú a tú en los primeros minutos, pero la holgazanería le pasó factura y no resistió. Recibiendo patadas de Jaime los halló la Policía. Jaime quedó detenido y perdió sus chorizos que fueron a parar al estómago de una jauría hambrienta y Jeremías fue hospitalizado por vario s días. ‘Todo este problema lo armaron las mujeres y la envidia', dijo el papá de Jeremías, que también exigió que Jaime le pagara a su hijo todos los días perdidos, pues por los golpes este no pudo salir a trabajar…
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Sabelotodo: Deja de hablar tanto, por eso te dicen jaime.com.
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Refrán: Dele al diablo lo suyo: lujuria, envidia y orgullo.