Dúo peligroso

Renata lo miró apenada y no pudo evitar que a su mente vinieran esos recuerdos
  • jueves 22 de septiembre de 2016 - 12:00 AM

Apenas Renatita se calentó con Riquelmer, sus padres decidieron casarla con el pelao porque suponían que ambos no escatimarían esfuerzos para volar cintura a escondidas y esa tiradera podría traerles el nietecito que aún no esperaban. Erasmo, el padre, le dijo convencido a su mujer, la ardiente Renata: ‘Tú sabes bien cómo es esa vaina, la fuerza que trae cuando uno está pelao, no hay fuerza humana que quite esas ganas de coger, eso solo se quita hundiéndolo a las profundidades y se hace porque se hace, así los papás les pongan varios vigilantes'. Renata lo miró apenada y no pudo evitar que a su mente vinieran esos recuerdos, tiempos de mucha acción abdominal, ella encontraba la manera de burlar la vigilancia de sus padres y se escabullía a dárselo a Erasmo recostada a la pared de la vieja letrina, otras veces armaba bultos que acostaba en la cama y luego trepaba hasta la ventana de madera y de allí al limonero, a cuya sombra se acostaba a recibir todo lo que Erasmo quería darle. Entraba al amanecer, satisfecho su vientre y adolorida su cuca de tanto atropello. Pero eso era historia, ese caudal se secó por las infidelidades de Erasmo y ya no le interesaba dárselo, al contrario, era un martirio. Furiosa le gritó: ‘Deja de recordar esas pendejadas, no creo que casarla con ese pelao vago sea una solución. Nos tocará mantenerlos'.

Erasmo gritó ‘pues los mantenemos'. Ese fin de semana se mudó Riquelmer con ellos. Solo ropa traía el pelao, lo que molestó a Erasmo, quien suponía que aquel traería aunque fuera un par de destornilladores, alguna herramienta con que reparar algo. la idea de casar a la hija le supo a rayos desde el primer día, porque le daba envidia ver cerrada la puerta de la recámara de su hija, lo que lo ponía a pensar que allá adentro el ambiente estaba candente. Y se contagió, quiso reverdecer laureles de cama con su mujer, pero Renata recibía cada caricia con un empujón, primero, pero cuando notó que su marido estaba encabritado y quería que ella se lo diera por la fuerza, reaccionó y le soltó una retahíla de reclamos, los que, según le dijo a rejo pelado, eran la causa de que ella hubiera perdido las ganas de pito. ‘Si no me lo das a la buena, me lo cojo a la mala y tú sabes que yo soy hombre de palabra', la amenazó Erasmo, pero Renata fue más viva y se encerró en el baño. La rabia y las ganas frustradas causan desvelo, por lo que el amanecer halló a Erasmo con el ojo pelado, ni siquiera un pestañeo desde que se acostó.

Se levantó furibundo y tocó la puerta de la recámara de los recién casados. Renatita gritó ‘qué pasa, papi, se te olvidó que estamos de luna de miel'. La respuesta del padre fue dura: ‘El hombre tiene que salir a trabajar, esté de luna de miel o de hiel, oyó, así que mande a su marido a bañarse que nos vamos ya a trabajar'. El yerno se alistó rapidito y salió con una cara que daba lástima y que era la evidencia clarita de una noche completa dándole al cuerpo. Erasmo conocía ese semblante y se encorajinó, y desahogó su rabia y su envidia exigiéndole a Riquelmer que dejara el celular en la casa. ‘Nadie que va dispuesto a trabajar puede llevar esa vaina, yo les prohíbo a mis ayudantes que carguen esa porquería, después quieren pasarse tiquitiquitiquitiqui', dijo y Riquelmer intentó darle el aparato a su mujer. La Renatita no lo recibió, pero se enfrentó airada a su padre: ‘Cómo me voy a comunicar con él mientras está afuera', preguntó la pelá. Y su madre quiso intervenir a favor, lo que calentó a Erasmo: ‘Tú cállate, no digas ni media palabra si no quieres que saque mi revólver y te rellene de plomo', gritó fuera de sí. Y se formó el revulú, la esposa llamó a los policías y se lo llevaron acusado de violencia doméstica.

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