Burro amarrado
- lunes 07 de febrero de 2011 - 12:00 AM
Un hombre de nacionalidad peruana, que se dedica a la brujería, le aseguró a otro hombre, que con sus poderes podía hacer que el pene le creciera hasta diez pulgadas y que le curaría la impotencia sexual, lo que alegró al incauto y a su esposa, quien pidió un préstamo en un banco, para pagar el costo del milagro.
Todo sucedió cuando Armando visitó a Bartolo, un santero que alega tener el poder de la sanidad y la curación, a pesar ya ha estado cinco veces preso por estafar a los incautos. Pero ese no lo sabía Armando, quien solo pensaba en a ser joven o, por lo menos, tener un pene que le agrade a su mujer, para que ella no tenga que buscar otros hombres en la calle, como se lo advierte cada vez que discuten en la cama.
Bartolo le prometió que con sus oraciones y brebajes podía curarlo, pero tenía que seguir los consejos, lo que aceptó Silvana, la mujer del enfermo. Ambos se pusieron de acuerdo, para ir juntos a las consultas del santero.
Le adelantaron mil balboas, pues valía la pena ser curado y que le crezca el pene a diez pulgadas, como los burros, se imaginaba Silvana, lo que puso boquiabierta a la esposa, que se hacía cráneo lo que podían hacer juntos una vez se lograra el milagro del apóstol, lo que alegró también al resto de la familia.
Fueron varias las visitas las que realizó la pareja al consultorio de Bartolo, quien lucía vestidos blancos, hasta el cuello, zapatos del mismo color y aretes con brillantes en ambas orejas, un diente de oro con diamantes incrustados, para demostrar que tiene poder y que puede curar los maleficios, lo que atemoriza a los vecinos de San Miguelito, donde tiene una casa grande, con seis perros bravos, para que nadie entre sin autorización.
Pero pasaron los meses y nada de curación y muchos menos el crecimiento del pene de 4 a diez pulgadas, lo que empezó a preocupar a la mujer, que le reclamaba su impotencia todas las noches, la que seguía a pesar que ya había pagado tres mil balboas al apóstol, quien alegaba que la falta de fe de la pareja era la causa de que el milagro no se diera.
Ya cansados de darle dinero y no ver resultados favorables, Armando y Silvana decidieron pedir la devolución del dinero, pero cuando entraron al consultorio que era una habitación de un hotel barato por Calidonia, se encontraron con una pareja amiga, que igual había pagado para que le aumentara el tamaño del pene del marido de dos a seis pulgadas.
Las dos parejas agarraron por el cuello al santero, que gritaba como un demente, lo patearon, agredieron y lo tiraron desde el balcón, pero afortunadamente cayó sobre la capota de un bus, por eso salvó la vida.
Pero el asunto no quedó ahí, pues cuando lo subieron a la ambulancia, el paramédico lo reconoció como el sujeto que le cobró 200 dólares a su mujer, por darle un brebaje para la importancia sexual, lo que nunca logró parar.
El estafador Bartolo llegó al hospital hecho un desastre, cuando la enfermera lo iba atender, le salió peor la cura que la medicina, porque era otra mujer a la que le había vendido brebaje para que al marido le durara el orgasmo, pues era muy precoz. La enfermera también lo agredió por lo que Bartolo corrió hasta una clínica privada, la que podía pagar gracias a los incautos que había estafado.
Dos semanas tardó en recuperarse, pero cuando le dieron de alta no regresó al consultorio donde lo esperaban otras clientes para matarlo, al contrario vendió la casa de San Miguelito y, según las malas lenguas, tiene su consultorio en Chitré, provincia de Herrera, donde promete a los hombres tener penes como los burros, a pesar que eso no lo ha logrado ni para él, que lo tiene apenas de dos pulgadas, pero que sueña tenerlo como de burros.