Dos amores por una mujer
- viernes 24 de diciembre de 2010 - 12:00 AM
Dos hombres se disputaron el amor de una mujer, con quien se fue con un tercero, que la esperaba en la parte de afuera de la corregiduría nocturna, donde deslindaron el caso, hecho ocurrido en una cantina del populoso barrio de Santa Ana.
Todo se inició cuando Silvia, una hermosa mujer, de las tierras altas de Chiriquí, quien labora en una cantina famosa por calle 18 Santa Ana, aceptó tomarse algunos tragos con Rubén Darío, quien había cobrado del décimo tercer mes, a parte de prometerle salir a hacer lo que hace rato quería hacer y que en casa no pudo hacer, porque su esposa tenía la ‘bandera roja’, o sea estaba con el periodo.
Al rato llegó Federico, amigo de Rubén Darío, igual había cobrado el décimo, quien se sumó a la pareja, quien compartía bailes con la mujer, con música baladas y románticas.
Los dos hombres le tenían ganas a la chiricana, por que a pesar de sus 30 años, diez y seis de estar soportando hombres necios y borrachos, aún tiene lo suyo, senos gordos, que se le salen del sostén, nalgas anchas como una panga y piernas como una potranca.
Cuando Rubén Darío iba al baño, aprovechaba Federico para invitarla a echar una cana al aire, pero esta le aseguraba que el amigo, quería lo mismo, por eso prefería echárselo a los dos al mismo tiempo.
Ambos desconocían los propósitos, pero Silvia quería matar los dos casos al mismo tiempo, por eso dejó que estuvieran un poco jumados, para hacerle la proposición, situación que le advirtió el cantinero, que podría traerle problemas, porque los dos tienen famas de peleones.
Cuando eran las siete de la noche, Rubén Darío pagó la mitad de la cuenta---cervezas, tragos y copas de vinos---, le pidió a Silvia, que se lo acompaña a la pensión, lo que molestó a Federico, quien le advirtió que la invitó primero, por lo tanto, será el que se la lleve.
Empezaron a discutir los dos hombres, se entraron a trompadas, quebraron varias sillas, botellas y dañaron el traganiquel, ----el español---llamó a la policía, quienes cargaron con los tres, incluyendo a Silvia, ---la responsable de la pelea---para el cuarto de urgencia del Hospital Santo Tomás y después para la corregiduría nocturna, donde condenaron a los dos hombres, a parte de pagar los gastos ocasionados en la cantina.
Lo peor fue cuando ambos hombres, esposados en la banca de la corregiduría, vieron llegar a Dionisio, ----el marido---de la chiricana, quien le habló bajito al corregidor, ---En el oído.--- con una sonrisa, dejó en libertad a la mujer y se fue en el carro del hombre, que alegó ser el marido de la chiricana.
Al día siguiente ante ---entonces ambos amigos---, se reencontraron en otra cantina de la misma calle, pero en esta ocasión, prefieren no invitar mujer alguna, muchos menos una chiricana, porque le sale lo del ganado bravo y vuelven a pelear.
Pero ambos no han podido explicar que hicieron con el dinero del décimo tercer mes, por eso tienen problemas en casa, para que otro día, no se disputen el amor de una mujer, cuando en la calle hay tres mujeres y un ñaño para cada hombre, según el censo.