El malestar físico, especialmente el dolor de espalda, interfiere de forma negativa en las relaciones sexuales, no obstante, se puede disfrutar del sexo manteniendo posturas más relajadas que permitan movimientos más cómodos.

El sexo no debe ser ningún problema ni amenaza para la espalda. En determinados casos en los que una postura o movimiento desencadene o agrave el dolor, conviene evitar específicamente esa postura y buscar una que les permita disfrutar de la relación íntima. Antes de buscar aquella postura en la intimidad que te favorece, consulta a tu médico para tener una mayor seguridad.

Ya con el respaldo del experto en salud puedes implementar la posición del misionero realizando las maniobras de empuje por parte del varón utilizando las caderas en vez de la región lumbar.

En casos más extremos, como aquellos en los que el movimiento de la pelvis resulta dolorosa y está muy restringida, y la vibración del cuerpo puede agravar el dolor se puede probar la postura en la que la persona afectada con el malestar está boca arriba con las rodillas ligeramente flexionales y los pies apoyados en la superficie de apoyo, de manera que su columna esté pegada a ella, y es la pareja la que realiza la mayor parte del movimiento.

Las posturas sexuales se deben tener en cuenta a la hora de la intimidad, pero no debe ser lo fundamental en la relación, pues lo importante es experimentar y descubrir con la pareja todas las posibilidades que hay en el amplio abanico de la sexualidad.

Hacer el amor es el arte de jugar el uno con el otro, descubrir cuáles son los puntos más sensibles de la pareja con la finalidad de que sienta placer y siempre tenga en cuenta cuál es la diferencia entre ambos. Lo mejor, sin duda, es disfrutar el descubrimiento de nuevas formas de sentir y no centrarse solo en el coito.