- lunes 29 de diciembre de 2026 - 12:00 AM
Diciembre no solo trae luces y villancicos: también revive mensajes guardados, llamadas a medianoche y reencuentros que huelen más a miedo que a amor. Las parejas rotas, tóxicas o mal cerradas reaparecen justo cuando el calendario aprieta y nadie quiere brindar en soledad. El peligro no está en el frío, sino en la nostalgia.
Muchos regresan a relaciones tormentosas creyendo que el tiempo suavizó los golpes emocionales. Error. Lo que fue caos no se vuelve paz solo porque hay árbol de Navidad. El recuerdo edulcorado tapa discusiones, celos y humillaciones que siguen intactas, esperando la primera copa para volver a estallar.
Peor aún es el regreso silencioso a ser “el amante”, el plan B que reaparece cuando la familia pregunta y el sofá queda vacío. En diciembre se prometen cambios, se jura valentía y se venden esperanzas envueltas en papel brillante. Enero, casi siempre, se encarga de romperlas.
La intimidad en estas reconciliaciones apresuradas suele ser una anestesia emocional. Abrazos que no curan, caricias que confunden y promesas que solo buscan sobrevivir a las fiestas. No es amor: es miedo a enfrentarse al silencio.
Aunque nadie quiera escucharlo en estas fechas, volver por nostalgia es volver sin futuro. El cuerpo recuerda lo bueno, pero la mente olvida por qué se fue. Y cuando la realidad vuelve, lo hace sin piedad.
Cuidado con diciembre y sus trampas emocionales. No todo reencuentro es milagro ni toda reconciliación es valentía.