El asesino que mató por fama, grabó crimen y lo subió a internet

En 2012, el mundo quedó paralizado ante uno de los crímenes más perturbadores cometidos en la era de las redes sociales
  • domingo 13 de abril de 2025 - 1:00 AM

Luka Magnotta grabó su crimen y lo difundió en internet para hacerse famoso

En 2012, el mundo quedó paralizado ante uno de los crímenes más perturbadores cometidos en la era de las redes sociales. El asesino no buscaba dinero, venganza ni justicia. Luka Rocco Magnotta, un joven canadiense obsesionado con la fama, mató a un estudiante internacional, grabó el crimen y lo publicó en internet. Su único objetivo: que el mundo hablara de él.

El video se titulaba “1 lunatic 1 ice pick” y fue compartido en foros clandestinos. En las imágenes, se ve a un hombre amarrado en una cama mientras otro lo apuñala con un picahielo. Luego, el agresor lo desmiembra, abusa del cadáver y realiza actos tan escalofriantes que incluso las plataformas más oscuras de la red lo eliminaron. Pero el daño ya estaba hecho: el contenido se volvió viral.

La policía canadiense confirmó rápidamente que el asesinato era real. El cuerpo pertenecía a Lin Jun, un estudiante chino de 33 años que había emigrado a Montreal para estudiar ingeniería. Había conocido a Magnotta por internet, como cualquier joven moderno que busca conexiones en línea. Nunca imaginó que su cita terminaría en un video de horror.

Magnotta había preparado todo con detalle. Tras cometer el crimen, huyó de Canadá y dejó en su apartamento herramientas ensangrentadas, restos humanos y evidencia de que todo había sido filmado con precisión. Pero su narcisismo no se detuvo allí. Envió partes del cuerpo de Lin Jun a oficinas de partidos políticos en Canadá, acompañado de cartas extrañas que hacían referencias a películas, venganza y celebridad. Mientras tanto, usaba varios alias para moverse por Europa. Fue detenido días después en Berlín, en un cibercafé, justo cuando se buscaba a sí mismo en Google.

El asesino canadiense ya era conocido en ciertos círculos de internet por videos anteriores donde mataba animales. Esos clips, también virales, habían causado indignación global. Usuarios de redes sociales formaron grupos de investigación para intentar identificarlo. Muchos alertaron a las autoridades, pero sus advertencias no fueron tomadas en serio. Luka Magnotta ya había mostrado que no tenía límites.

Cuando fue arrestado, el mundo conoció su rostro y su historia. Había sido actor porno, modelo de poca monta, y se inventaba identidades falsas en foros. En su historial de búsqueda aparecían frases como “asesinos en serie famosos”, “cómo desaparecer sin dejar rastro” y “videos de canibalismo”. El asesinato de Lin Jun no fue un impulso. Fue un proyecto. Un performance macabro.

Durante el juicio, la defensa alegó que Magnotta padecía esquizofrenia, pero los peritos del caso determinaron que comprendía perfectamente lo que hacía. Fue hallado culpable de asesinato en primer grado y sentenciado a cadena perpetua sin opción a libertad condicional por 25 años. También fue condenado por otros delitos, entre ellos profanación de cadáver, distribución de material obsceno y uso del correo para enviar partes humanas.

El caso revivió en 2019 gracias al documental donde se relata cómo un grupo de ciudadanos comunes, impactados por los videos de crueldad animal, colaboraron en la investigación. El documental expone el poder y el peligro de internet: por un lado, permitió a miles de personas ayudar a resolver un crimen. Por otro, también sirvió de escenario para que un asesino buscara protagonismo.

Luka Magnotta encarna un nuevo tipo de criminal: el que no se esconde, sino que quiere ser visto. Un asesino que produce, edita, titula y sube su crimen como si fuera contenido viral. Su historia plantea una pregunta escalofriante: ¿cuánta gente está dispuesta a hacer lo impensable con tal de ser famosa?

Actualmente, Magnotta cumple su condena en una prisión de máxima seguridad en Canadá. Desde su encierro, ha intentado mantenerse en el ojo público: se casó con otro reo y ha hecho solicitudes para tener acceso a internet y escribir un libro sobre su vida. Aunque está tras las rejas, su hambre de atención no ha desaparecido.

El asesinato de Lin Jun fue un crimen horrendo, pero también un espejo de una época donde la validación digital puede llevar a extremos impensables. El caso de Luka Magnotta nos recuerda que, en un mundo saturado de pantallas, algunos están dispuestos a cualquier cosa por unos minutos de fama.

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