Un curso de inglés que dejó una huella imborrable: tragedia en el Colegio Rodolfo Chiari

  • domingo 12 de enero de 2025 - 12:01 AM

Nadie podría haber imaginado que un simple curso de inglés dejaría una huella tan difícil de olvidar. Un grupo de estudiantes del Colegio Rodolfo Chiari, en Aguadulce, vivió una película de terror cuando el exesposo de su profesora irrumpió en el aula con pistola en mano para matarla.

A las 8:00 de la mañana del 6 de septiembre de 2007, como era habitual, las clases comenzaron. Sin embargo, esa jornada tendría un giro amargo y culminaría con un desenlace fatal: la muerte de la ‘teacher’ Beatriz Miller de Box.

“Aún recuerdo el pasillo, cuando en cada curso me cruzaba con la profesora, ambas apresuradas para llegar al salón”, relata una de las alumnas, quien, por azares del destino, fue impuntual ese jueves a su clase de inglés.

Al llegar a la escuela, se encontró con una ambulancia y varias unidades de policía. Intrigada, preguntó qué paso. “¿Mataron a la profesora?”, escuchó, mientras sus compañeros lloraban, aterrados por lo que habían presenciado frente a sus ojos. “No lo podía creer. Gracias a Dios no estaba en ese salón”, suspiró.

“La profesora, de piel morena, siempre estaba con una sonrisa”, comentó. Aún se pregunta cómo algo tan devastador pudo ocurrir en un centro educativo, dejando una huella imborrable en decenas de estudiantes cuya única aspiración era aprender inglés. Tras el trágico suceso, la escuela reforzó las medidas de seguridad.

Los jóvenes, que apenas tenían entre 15 y 16 años, estaban aterrados, y no era para menos. Antes de llevar a cabo su objetivo, se le ordenó a los estudiantes que se pusieran boca abajo y de espaldas, mientras ella les pedía que cerraran los ojos. ”Sentí que me iba a matar”, recuerda un estudiante, que tiene actualmente 34 años, quien confiesa haber pasado largas noches aterrorizado por lo vivido.

“Era un miedo que no sé cómo explicarlo”, agregó, aún marcado por el trauma de ese día. Nunca antes había presenciado un acto tan violento, lo que lo llevó a buscar ayuda psicológica para poder superar el miedo que lo persiguió durante mucho tiempo.

Él recuerda cómo la profesora le suplicó a su agresor que no la matara, pero él apretó el gatillo. “No sé cuántos disparos fueron, pero el sonido de la detonación me robó el sueño muchas veces”, afirmó, aún angustiado. “Pensé que también iba a morir”, exclamó con la misma sensación de terror que vivió ese día.

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