Pascual de Andagoya y la conquista del Darién

- miércoles 25 de septiembre de 2019 - 12:00 AM
Nació Pascual de Andagoya en España, en 1495, y arribó a Panamá con la expedición de Pedrarias, en 1514. Es conocido por el escrito: Relación de Sucesos escritos a Pedrarias Dávila. En ese informe, explica la llegada de Pedrarias y sobre las costumbres indígenas, además de la narración de las batallas de Gonzalo de Badagoz y los caciques Paris y Natá. La primera descripción que hace es respecto a la isla de Santo Domingo. La letanía de su reseña es comprensible por lo novedoso del ambiente en que se encuentra. Al llegar a tierra firme, se estacionan en Santa Marta y escribe: ‘sus indios su casa se las tomó; algún despojo, y se halló cierta cantidad de oro en una sepultura'. Encontraron salinas donde observaron gran cantidad de cestos de sal, partiendo hacia la provincia del Darién.
Presenta Andagoya una versión de los sucesos de la conquista de Darién y la enemistad entre Balboa y Pedrarias, acompañado con corto discurso de la aventura desastrosa de Diego de Nicuesa y Ojeda. Al poco tiempo de arribar en 1514 a Santa María del Darién, sobrevino la hambruna. Andagoya afirma que murieron 700 ‘hombres de hambre y de enfermedad de modorra'. La alternativa la decidió Pedrarias de pasar a los caseríos ‘no iban a poblar sino a ranchear y traer los indios que pudiesen del Darién; lo cual pocas veces acertaron, antes se perdió mucha gente muertos por los indios y, por no saber gobernar ni regir: y así volvían al Darién muchos desbaratados'.
Hace el diagrama de las poblaciones de esa región o provincias del Darién entre ellas están: ‘Careta, Comagre, Coiba, Acla y Pocorosa. Distante a treinta leguas de la región del Darién en esa selva, la diferencia reinaba también en las tribus indígenas y se daban guerras. La principal provincia que existía era la de Careta, quien poseía dominio del territorio. Lo esencial de Badagoz consiste en la visión que hace de la vida de los indígenas y en especial de las vestimentas. Afirma en cuanto al vestuario lo siguiente: ‘mujeres andaban muy bien vestidas de los pechos abajo con mantas labradas: estas vestiduras de las mujeres llegaban hasta cubrirles los pies, y los pechos y los brazos traían sin ningún vestidura: los hombres traían sus naturas metidas en unos caracoles de la mar de muchos colores muy bien hechos'.
La división es clara en cuanto a las provincias y lo demuestra que, en la región o provincia de Cueva, se había poblado Santa Cruz que tuvo corta existencia. Situación excepcional encontramos que: No existía una población unificada y su organización en la provincia de Pocorosa. ‘Cada principal tenía en sus tierras tres o cuatro casas o más'. Y cercana a la vivienda sembraban. También se notaba que se denominaba Tiba a los señores principales del linaje de Piraraylos. Otra denominación se le llamaba a los que sobresalían en las batallas llamados Cabra. Caso excepcional se observa en que, en esa región, según Badagoz: ‘no tenían señores rentas ni tributos de sus súbditos, salvo el servicio personal, que todas veces tenían la necesidad de hacer casas o sementeras, o pescaderías o guerra, todos habían de ir a hacer, sin que por ello les diese con alguna más de por fiesta les daban de beber y a comer, y así lo señores ni tenían nada de los vasallos ni les faltaba nada'.
Eran propietarios de leyes rígidas, en especial consideraban la sodomía perniciosa a la sociedad. La vida espiritual se regía por los Tequina, quien se comunicaba con los espíritus. Su cosmogonía y su vida espiritual giraba en torno a diferentes conceptos. Badagoz le preguntó si ellos tenían alguna noticia sobre un Dios. Y sorprendido se percató de que conocían las referencias del diluvio y que un hombre escapó con su mujer e hijos en una canoa. Entre ellos apareció una mujer principal la cual poseía idea: ‘que en el cielo había una mujer muy linda con un niño'.
En los aspectos funerarios y de otra vida del más allá, la costumbre consistía en enterrar a las mujeres con su señor. Cuando morían los principales eran: ‘envueltos en muchas mantas de las mejores que tenían; y el hijo heredero, que ya era señor, con toda la casa de su padre y principales de la tierra y aquel día colgaban al señor'. En el responso del funeral se tocaba un atabal y con pronunciación de una voz ronca y en media noche: ‘dieron una gran grita y alarido, que yo y los que estábamos allí saltamos de las camas a las armas no pudiendo saber qué cosa fuese'. Todo un ritual y una vida trascendente con reglas y orden social, según su visión del mundo es importante recordarlo en estos 500 años de fundación de la ciudad de Panamá.