Medicina en Cuba... una opinión

El éxito del equipo de salud reside en que la población a cargo, se mantenga sana
  • jueves 20 de agosto de 2020 - 12:00 AM

La pandemia, en nuestro país, continúa causando estragos, gracias, entre otros factores, al abandono en que se encontraba el sistema sanitario, basado en un modelo obsoleto, que le confiere prioridad a la atención de la enfermedad. Cuba, hace mucho tiempo, reemplazó ese modelo por irracional e ineficiente, estableciendo uno centrado en la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades; conociendo su historia y la realidad social, el gobierno revolucionario dispuso corregir las desigualdades, confiriéndole prioridad a la salud y a la educación.

José Martí, en 1882, planteó: ‘el arte de curar consiste más en evitar la enfermedad y precaverse de ella por medios naturales, que en combatirla... Debería hacerse obligatoria la enseñanza de la higiene en las escuelas públicas'. Entre las principales características del nuevo modelo, destacan el carácter social de la medicina, el acceso universal, la orientación que prioriza la prevención, y un aspecto fundamental, la participación organizada de la comunidad.

La planificación es centralizada y la ejecución descentralizada; la población, organizada en circunscripciones geográficas, es protagonista en la producción de salud; porque la salud es deber de todos y su salvaguarda exige participación consciente y responsable. Mientras tanto, aquí, el Artículo 109 de la Constitución Nacional solo consigna la obligación del individuo a mantener la salud; de modo que conducirnos como receptores pasivos de atención, cuando menos es comprensible.

En su formación académica, los estudiantes de medicina y ciencias afines, adquieren conocimientos sobre higiene, saneamiento ambiental, bioestadística, epidemiología, etc. Para hacer cualquier especialidad, es indispensable aprobar un curso formal de salud pública. Los médicos generales, junto a un equipo básico de colaboradores, se encargan de una población determinada, cuyo deber fundamental es mantenerla sana. La producción de salud se hace con la comunidad y se inicia con el control prenatal y la atención profesional del parto, continúa con el programa nacional de vacunación y control del crecimiento y desarrollo del menor, etc.

El éxito del equipo de salud reside en que la población a cargo se mantenga sana, que no adquiera enfermedades prevenibles mediante vacunación. El saneamiento ambiental y el agua potable intradomiciliaria son factores cuyo impacto se refleja en los indicadores de salud; vg: el índice de mortalidad infantil, que en Cuba, actualmente es de 4 por cada mil nacidos vivos; en Panamá más que lo duplicamos, con 9.6. Frente a contingencias o enfermedades emergentes, se activan los mecanismos de vigilancia y control epidemiológico, v.g: pesquisa para detección temprana, aislamiento, cuarentena, trazabilidad de los contactos; profilaxis, tratamiento temprano y medidas de soporte, indispensables para reducir la demanda de atención intra-hospitalaria y la mortalidad.

Sin embargo, el planteamiento del gobierno es contratar médicos para atender enfermos; como si aún el equipo no se hubiera percatado de la necesidad de una estrategia orientada a la prevención; que debe implementarse en las comunidades, organizándolas, mediante técnicas educacionales, para que una vez conci entizadas, se integren al plan de trabajo; que debe comenzar en los sitios más afectados. Lo que se necesita es conocer los detalles técnicos de planificación, organización, ejecución, evaluación y control del conjunto de procesos; en otras palabras, asesoría para que el equipo a cargo, sepa qué hacer y cómo hacerlo, para controlar la pandemia, que además, llegó para quedarse y tendremos que aprender a convivir con ella, como ocurrió con el virus del Hanta, el dengue, el VIH, la malaria, etc., etc.

Lamentablemente, algunos con más subjetividad que argumentos salieron a cuestionar la validez de la petición, por la ‘pobre calidad de la Medicina de Cuba'; eludiendo, lógicamente, hechos incontrovertibles. Cuba produce ocho de cada diez vacunas que aplica el Programa Nacional de Inmunización; que en el 2019, cubrió el 98% de la población infantil. Su industria farmacéutica y biotecnológica suple dos terceras partes del cuadro básico de medicamentos. Desde 1981 producen el interferón Alfa -2B, y ese mismo año, lo utilizaron, con éxito, para controlar la mortalidad de un brote de dengue hemorrágico; producto que, en la actual pandemia, fue aprobado y utilizado por la Comisión Nacional de Salud de China. Alguno de los censores oficiosos podría mencionar otro país de la región con logros parecidos y además, en medio de un bloqueo antihumano de casi seis décadas?

En el 2015, Cuba fue certificada como el primer país del mundo en eliminar la transmisión materno-infantil del VIH y la sífilis congénita. Lo que si está claro es que, en el Sistema Único de Salud de Cuba, no cabe la mínima posibilidad de defraudar al fisco, con contratos directos, sobre precios, adendas ni negocios turbios con empresas corruptas y mucho men os atracos ‘legalizados'. Aquí ni soñar con avances semejantes, antes por el contrario, con el infame envenamiento masivo por dietilienglicol, delito jamás investigado, los cómplices del negociado de medicamentos, cerraron el laboratorio de producción de fármacos del Seguro Social. Con el modelo de educación vigente, hace muchos años, que la enseñanza de la higiene fue eliminada, igual hicieron con el Sistema Nacional para la erradicación de la malaria; dirán que obligados por los que vienen a supervisarlos o será que prefieren difamar la medicina cubana y evitar el riesgo de hacer el ridículo internacional comparándonos con ellos? Ud., ¿qué opina?