Ludopatía, más que una adicción
- lunes 03 de junio de 2019 - 12:00 AM
‘Por culpa de mi ludopatía perdí mi casa, mi familia, mi dignidad, llegué a ser mendigo y aún le debo al banco', es casi el mismo testimonio desgarrador de tres personas quienes, con una mirada triste y desolada, recordaron aquellos días de despilfarro en que el fantasma del casino seguía latente en sus vidas, tres historias distintas, pero la misma cara de la moneda.
Entretenido, jugaba y perdía
Es la voz afligida de Arturo, quien sentado en la silla del Centro de Orientación y Atención Integral San Juan Pablo II de la Arquidiócesis de Panamá, y con la sombra de un recuerdo transitando por su mente, narra que vivió durante 22 años con el espectro del casino.
Arturo, de baja estatura, tez morena y ojos cansados, quien prefirió que no se revelara su nombre real fue a los juegos de azar, por primera vez, cuando tenía 17 años de edad.
‘Cuando jugaba sentía tranquilidad, me olvidaba de todos los problemas, pero después empezó lo peor, ya no jugaba un peso, un dólar, jugaba $20, 30 dólares, $100, 200 dólares, incluso, mil dólares', relata Arturo.
Pero lo peor estaba por llegar, cuenta con una rabia presionando su voz quebrada, ‘nunca se me olvida ese día que iba para el ascenso de teniente, me metí al casino y me gasté todo, absolutamente toda la plata del uniforme, yo no sabía cómo justificarlo y compré una incapacidad y me botaron por mentir, ya que era falsificada, el casino hizo un daño colateral en mi vida'.
Ese fue el principio del fin, comenta el ludópata. ‘La siguiente ocasión me gasté toda la plata del quinceaños de mi hija, destruí su confianza con tal de ir al casino, necesitaba ayuda', recordó con tristeza.
Hasta el fango y despertar
‘Al principio apostaba poco, pero a medida que iba teniendo más ingresos la cosa aumentaba', es el testimonio de Zaid, quien al igual que Arturo, prefirió no revelar su nombre real.
En una semana llegué a apostar alrededor de 3,000 mil dólares relata Zaid de estatura mediana, tez blanca y con unos ojos extenuados como si el transcurrir del tiempo y su recurrente paso por el casino le hayan robado años de vida.
‘Llegué a tomar hasta dinero de la iglesia', recuerda Zaid en voz alta, y con un remordimiento que asota con dureza su memoria.
‘Esto me mantuvo en la adicción, me estaba robando la vida a mi mismo', comenta el ludópata con un grito ahogado en medio de la sala de rehabilitación.
Casi caigo en la indigencia recuerda Zaid, quien se sorprende al escuchar su propia voz, mientras relata sus días de derroche. ‘Había cobrado una liquidación y me la gasté toda en el casino, ya no tenía con que comer y entonces decidí recuperarme', narró.
Me suicido, no voy a cambiar
Me gustan los juegos de azar, pero lo que me llevó a la ruina fue el casino reflexiona Inés, quien al igual que Zaid y Arturo, prefirió reservar su identidad.
‘He robado en mi casa, a mi esposo casi lo dejo en la ruina', cuenta Inés, como si los fantasmas del pasado que la perseguían, hubiesen despertado.
‘En mi cabeza siempre vinieron frases de me voy a suicidar porque no cambiaré', recuerda la mujer.
Aún persiste mi adicción, pero he decidido mantenerme firme concluye.
Mensaje
Los tres personajes que narraron estas historias que hoy leen, están en proceso de recuperación, ellos le invitan a que si pasan por un momento parecido al que ellos vivieron no desista que, contra toda adicción se puede luchar.