- sábado 17 de diciembre de 2022 - 12:00 AM
Como en este mes celebramos la invasión norteamericana de 1989, queremos en esa primera entrega abordar este tema en nuestra literatura. Sin embargo, es importante introducirnos en los antecedentes para tener una visión más clara de la literatura de la invasión de a finales del siglo XX.
Nuestra literatura-tuvo en sus comienzos una tendencia realista costumbrista y, luego una orientación narrativa cosmopolita, pero sobre todo la tendencia naturalista y romántica que todavía era muy evidente en novelas históricas nuestras como El Tesoro del Debayle de Octavio Méndez Pereira y Pueblos Perdidos de Gil Blas Tejeira que le dio ese rasgo nacionalista que se refuerza por la presencia norteamericana en nuestro suelo, por lo que nuestra literatura asume ese carácter de tema canalero desde diferentes subgéneros a finales de la primera etapa del siglo XX. A partir de las técnicas de la narrativa del realismo socialista, en la década del 30 hubo un retrato de la sociedad panameña, en especial del campo, con el fin de promover una literatura que fuera partícipe de la lucha por la conciencia social y de identidad nacional. Se producía con ello la ruptura con la corriente modernista, que, en vez de desaparecer completamente, se asoció con numerosas transformaciones que se reflejan hasta entrados los años treinta (Oviedo, 2001, p. 200).
Pero ese código estético ideológico del realismo social fue perdiendo terreno a mediados del siglo XX, debido al impacto de la construcción del Canal de Panamá y el asentamiento del colonialismo norteamericano en las entrañas del Istmo. Este hecho se convirtió en el eje medular de la política, la economía y la vida cultural del país, al punto de que nuestra literatura comenzó a tomar como referentes temáticos la soberanía y el tema antiimperialista, ya que los escritores nuestros, muchos de ellos que antes cultivaban el realismo social crítico, cimentaron la identidad cultural al trazar la línea de identidad entre el ámbito anglosajón, antillano que vino a construir el canal y los criollos herederos del mundo hispánico, con su idioma y la religión católica.
Esta visión de la nacionalidad, denominado visión romántica de nación, propia de la modalidad romántica del siglo XIX, pero todavía vigente, se aferra a la hispanidad y se enfrenta al cosmopolitismo de las ciudades terminales. Norteamericanos, antillanos, jamaicanos e inmigrantes caribeños anglófonos constituyen grupos que reciben la crítica que se tiñe de sentimiento nacionalista. Ambas tendencias literarias y políticas fusionan sus ejes satíricos, a partir del rescate de los valores primitivos y arcaicos propios de una región, en oposición a un orden político articulado sobre valores racionalistas y liberales. Así, la ocupación norteamericana asume como eje temático de literatura panameña.
Para Ibáñez Castejón (2021), la ocupación norteamericana trae consigo, principalmente en las ciudades terminales, el ocio y el vicio, que ponen en riesgo la salud de la sociedad tradicional. Esta crítica ha construido paralelamente una tensión entre la denominada Zona del Canal y la Panamá profunda. Los intelectuales del país asumieron el conflicto, que, además, es parte del programa de los regionalismos hispanoamericanos, en tanto que confrontan el centro cosmopolita con el interior de los países.
Ángel Rama (1982) le otorga el carácter de un choque ideológico entre centralismo y regionalismo, lo que puede traducirse en una oposición entre lo extranjero y lo autóctono y, por consiguiente, entre lo exterior, urbano, protestante, anglosajón y materialista, y el interior campesino, católico, hispánico y espiritual. Para la élite letrada, la amenaza a la integridad territorial (y, por consiguiente, cultural), originó una relación de desconfianza con las corrientes modernistas y vanguardistas: ‘A sus ojos no eran lo suficientemente nacionales, porque concebían el estado-nacional –con su cultura propia y ‘vernácula'– el proyecto moderno después de la constitución de la república.
Este proceso de búsqueda de construcción nacionalista marco nuestro devenir político, la historiográfico, educativo, la filosófico y la crítica y ensayos literarios panameños hasta la segunda parte del siglo XX, donde se pudo analizar y retratar la problemática de la identidad y soberanía panameñas. El problema del canal y la situación neocolonial tuvo mucha trascendencia en nuestro pensamiento intelectual en todos los géneros literarios, el cual buscaba fortalecer la identidad nacional a partir del colonizador que mancillaba la soberanía nacional.
La literatura panameña se nutrió de toda la problemática canalera hasta que culmina con la invasión norteamericana y la entrega del canal a Panamá. A nuestra consideración la temática de la invasión constituye la culminación de la literatura antiimperialista y marca una nueva etapa propiamente posmodernista que veremos en a próxima entrega.