- sábado 18 de octubre de 2025 - 12:00 AM
El economista y profesor universitario Alfredo Belda reflexionó sobre los desafíos actuales que vive el desarrollo panameño, el papel de los jóvenes en la sociedad y las consecuencias de un modelo económico que, según afirma, fomenta la desigualdad y la apatía social.
Belda, quien combina su labor académica con la investigación y el activismo cultural sostiene que la educación panameña debe adecuarse a los cambios sociales y tecnológicos. “El mundo ha cambiado mucho, pero los planes de estudio en Panamá tienen treinta o cuarenta años sin actualizarse”, expresó.
Para Belda, el Estado tiene una responsabilidad central. De las más de 3 mil 120 escuelas del país, unas 3 mil son oficiales, lo que refuerza el papel público de la enseñanza, sin embargo, lamenta que los contenidos no se enfoquen en el desarrollo integral.
“No basta con enseñar matemáticas o español; también hay que incorporar arte, música, danza y herramientas para comprender lo que ocurre en las redes”, afirmó.
El académico también alertó sobre la baja inversión educativa y sus consecuencias en el empleo, y recordó que la mayoría de la población laboral panameña solo tiene secundaria completa y que, sin un aumento del presupuesto estatal, difícilmente habrá mejoras.
“Mientras algunos países invierten el 14 o 15 % en educación, nosotros seguimos discutiendo si pasar del 4 al 7 %. Sin formación, no hay productividad ni empleo digno”, destacó.
En este sentido, aseguró que los problemas estructurales del país van más allá de la falta de recursos.
“La corrupción no es algo abstracto, es parte del sistema. Llevamos décadas con un modelo neoliberal que privatizó servicios y generó desigualdad”, explicó.
A su juicio, esa situación ha provocado descontento social y una creciente desconfianza hacia las instituciones. “La gente está cansada porque cambian los gobiernos, pero no el modelo”, añadió.
En cuanto al descontento social que se ve reflejado en las calles, el profesor defiende el derecho ciudadano a manifestarse cuando no existen canales de diálogo, y considera que el discurso político ha contribuido a deslegitimar a los sindicatos, presentándolos como un obstáculo, cuando en realidad son un contrapeso necesario para proteger los derechos de los trabajadores.
“La protesta que hice ya hace unos 7 u 8 años causó mucho revuelo, pero en aquella ocasión la forma tuvo tanto impacto que la gente perdió el mensaje que quise transmitir. Hoy, en un gobierno como este que no escucha, ni negocia y se quiere imponer, va a generar una reacción violenta en la población, porque si estos pierden los canales de comunicación y queja, lo único que les queda es rebelarse como ya ha ocurrido en la historia”, concluyó.