José Franco, al poeta de mi patria

Un adiós al consejero y gran poeta veragüense
  • martes 10 de mayo de 2022 - 12:00 AM

‘Amanecí pensando esta mañana en la constante vida sin comienzo sin término final, si duro pienso. En el decurso andar de la temprana hora de los principios sin regreso que imagino pasando el universo en una rotación cíclica, humana. Todo ese deambular de siglos ido tiene patria clásica sentidos, como mi vida en contraluz y sombra…

‘Solo, mi amada, en el amor profundo se puede oír el caminar del mundo que es instante que al final asombra'. Así reza el soneto ‘En una rotación cíclica, humana', de José Franco.

El poeta

Era el 1939, en ese veranillo y en las entrañas de la cordillera veragüense, por los caminos que conducen a Calobre, el padre Andrés Ruíz López caminaba con apurado paso, en su chácara los libros con las historias clásicas de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, detrás de él un despierto niño, de apenas ocho años acompañaba gritando las tonadas de los clásicos versos.

Los veranos azotaban la conducta de un niño al cual le inyectaban la subterránea linfa del verbo ardiente a la honestidad. Las clases venían impartidas al hijo del ayuntador José Del Carmen Franco, que ejercía como juez, alcalde y fiscal del corregimiento… En vez, el abuelo -proveniente de Popayán, Colombia- fue el capo estípite de una fértil familia, donde se cultivaba el amor patriótico y el libre pensamiento.

Allá, enclavado en la montaña, José del Carmen toma como esposa a Aura Herrera y es allí en el seno de ese hogar que nace José Franco, el niño que canta con versos al viento y que toda la familia admiraba por su prematura décima campesina.

Los cantos de Doña Aura se registran con ternura en su corazón, marcando la cadencia multiplicadora en la construcción de su personalidad, pues el verbo rebelde que hizo emigrar a los Franco eran estribillos mágicos de calladas lágrimas de un exilio obligado. Aun hoy a sus 88 años, el poeta, pesca dentro el jardín de sus recuerdos, escuchando las tonadas de su madre: -‘Los gallotes de agua dulce, ya no pueden tomar sol, ¡porque se van a la montaña a comer Conservador…! Ay, ¡que viva el Partido Liberal!'- porque estos son las enterradas afecciones del verbo ardiente, que con orgullo patriótico su Madre supo sembrar… y que nunca morirán.

La Normal

Llega la Normal de Santiago a formar su juventud, diciéndome: ‘Dodi Him, Adriano, Chico, Modesto, Omar, Milciades, ‘el líder' Aristides, que eran más viejos que yo, promovían la agrupación la joven Veraguas, que con sus acciones ocupaban el panorama combativo de las aulas de la Normal', nombres que resultarán desconocidos a muchos, pero que marcarán la estirpe combativa dentro de la enseñanza pública panameña. Fue así que, en su segundo año, funda con Materno Vásquez, Edwin Fábrega y Guardia un grupo llamado la ‘Vanguardia Idealista Juvenil', que le permite incursionar con los primeros sonetos y versos, que medirán su capacidad creativa, con los talentosos jóvenes proveniente de toda la República en la escuela Normal.

José Franco se gradúa de maestro y logra ser director de la Escuela República de Guatemala. Sus décimas son grabadas en discos, transmitidas en radios y hacen parte del imaginario colectivo popular.

El rector de la Universidad de Panamá Bernardo Lombardo (1965) con un interesante texto en contraportada, presenta una singular iniciativa. La imprenta Nacional (28-02-1966) imprime ‘Panamá Defendida' en su cuarta edición, bajo el patrocinio del Ministerio de Educación, allí encontramos a César Young Núñez, José de Jesús Martínez abriendo con breves textos la novedad métrica de la propuesta de José Franco y Jorge Artel, Aristides Martínez Ortega que junto a Ernesto Endara desmenuzan el sentido único, encontrado en ese poemario, donde se unen el fervor patriótico.

Es así que José Franco viaja en una gira europea, invitado a la VII Bienal Mundial de Poesía en Knokkele Zoute en Bélgica (1965), siendo calificado como ‘uno de los valores más calificado de la nueva poesía en Panamá'. Estudió en la Universidad de Panamá la carrera de Letras y participó en cursos sobre periodismo y relaciones públicas, llegando a trabajar como publicista en la Dirección Nacional de Estadística y Censo.

Al llegar los años 70', la historia personal de José Franco, como también su trabajo literario es dominio público; en las escuelas y universidades sus textos son pilastra basilar para embebernos de su producción creativa… pero al sentarme a escribir en esta mañana este texto pensaba en las profundas intimidades todavía no narradas de este veragüense. Sintiendo un patrón común a tantas figuras olvidadas de nuestro país, como lo son Ignacio de Jesús Valdés, Mario Augusto Rodríguez, Mario Riera Pinilla, Carlos Francisco Changmarín, Nicolás de J. Caballero, Gonzalo Castro, Pedro J. Mérida y otros, que han dignificado con sus desnudos verbos nuestra cotidianidad, dejándonos una fotografía narrada de lo que éramos y de lo que sentíamos.

Al encontrarme con ‘El Poeta' en su casa de Las Tablas me sentí regresar a casa; porque allí suspendido entre las amenas palabras de José, el tiempo se nubló, pues aquel niño nacido en Calobre, gritando las ritmadas tonadas de los clásicos versos del Santo De la Cruz y de Santa Teresa, demora en una Grande Casa, aquel espacio que nos es familiar a quienes tienen en su corazón la flama ardiente por el amor a su familia y su patria.

Aferrado a la tinta y el papel

José Franco nació en Calobre, Veraguas, el 24 de marzo de 1931. Periodista y diplomático, fue embajador de Panamá en Paraguay, Uruguay y Argentina. Ha sido director del Instituto Nacional de Cultura; asesor editorialista y columnista de Editora Renovación, S.A.; director del Diario ‘La República'; director de Información con rango de embajador, del Ministerio de Relaciones Exteriores; miembro principal de la comisión redactora del proyecto de la Constitución Política de Panamá en 1972. Ha merecido numerosas distinciones extranjeras como diplomático, periodista y hombre de letras.

Ha ganado premios en el Concurso Literario Ricardo Miró, como poeta y autor teatral. Obtuvo el Premio Nacional de Folklore, en la sección décima, en 1966, 1967 y 1968. Mereció el Premio Nacional de Periodismo en 1967, en la sección Columna; en 1964, en la sección Reportaje; en 1966, en la sección Editorial; en 1984, en la sección Editorial; y en 1985, en la sección Columna, entre otras distinciones nacionales.

Su poema fundamental es ‘Panamá Defendida', escrito en 1954 y traducido a diversos idiomas. Pertenece al cuerpo de directores de la International Writers and Artists Association, con sede en EE.UU.. En 1998 fue postulado al premio Príncipe de Asturias, en Oviedo, España. Fue investido doctor honoris causa por la Columbus University.

José Franco muere para quedarse entre nosotros.

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