Epidemia y Salud en Panamá
- martes 26 de enero de 2021 - 12:00 AM
El esfuerzo francés de un Canal por el istmo fue anunciado con fiestas durante cinco días. El jolgorio se sumió en carreras de caballos, máscaras, lidia de toros y fuegos artificiales.
El 1 de enero de 1880 la hija de Fernando de Lesseps daría la primera palada en ceremonia de inicios de la construcción del Canal. La presencia del cuerpo consular y las bendiciones del obispo, la ovación y aplausos sería el toque final de los actos protocolares del triunfo. Pero la tierra de Panamá no se doblegaría y las acometidas de los ingenieros franceses se empezaron estrellar con las dificultades y las enfermedades. La realidad del Canal de Suez era distinta y más fácil había sido el trabajo.
En Panamá el clima era diferente, y húmedo enrarecido con constantes lluvias. Con una alta proliferación de insectos. Ausencia de acueducto lo que proliferaba las enfermedades. El armazón de roca de Panamá vencería a los franceses.
Lesseps era un diplomático y nunca había llegado a la altura de ingeniero. La salida fue la construcción de un canal a nivel que se iniciaría en el Corte Culebra con el cálculo, que el trabajo tomaría ocho años. A partir de los trabajos en 1881, se llegó al año de 1885 hasta 1886 afectando la muerte a cada 15 habitantes de la ciudad.
En Panamá solo hay dos estaciones verano e invierno y durante los meses de marzo a diciembre los obreros para cumplir sus horas de trabajo lo hacían en ocasiones bajo torrenciales aguaceros. La realidad la expone David M. (El cruce de dos mares p. 146) ‘Al terminar la jornada, los hombres que trabajaban en los campos, regresaban empapados por la lluvia y el sudor; pero al día siguiente tenía que empezar de nuevo con la misma ropa, tan mojada como cuando se la quitaron en la noche anterior.
No había lavanderías y una camisa o unos pantalones limpios y planchados eran lujo que la enorme mayoría no alcanzó nunca. Los hospitales de Panamá en las faldas de cerro Ancón y en Colón intentaban cubrir las atenciones. Adicional el Sanatorio construido en la isla de Taboga. Los hospitales construidos por los franceses cumplían con las reglas sanitarias de la época.
Uno de los doctores, Louis Compayo, con experiencia reconocida en la empresa de Suez, trasladado a Panamá intentaba identificar los males que aquejaban a los pacientes muy distantes de la experiencia en las arenas de Suez.
El principal hospital tenía 70 edificios distanciado uno de otro para la atención de 500 pacientes con ventilación adecuada. Un año antes de la llegada de los franceses se contaba con un Hospital Militar en las bóvedas. Podrían existir buenos hospitales pero el conocimiento científico de las enfermedades era débil.
El caso consistía en reconocer los efectos de la fiebre amarilla y la malaria. Existía confusión frente los diagnósticos y en consecuencia se identificaban la malaria de diferentes formas. Como tal se les diagnosticó como: fiebre podrida, fiebre perniciosa, calenturas, fiebre intermitente y hasta fiebre del Chagres.
En la situación de una ciudad en precoz desarrollo invitada a crecer gracias a las posibles ganancias de la construcción del Canal. Época de insatisfacción social donde los mecánicos y artesanos vivían en los bajos de los edificios de las grandes casas.
Con suburbios en áreas marginales San Miguel, Calidonia y el arrabal de Santa Ana. Y según W. W. Ross en 1876 es decir antes del inicio de la construcción de Canal. Observó lo siguiente: ‘variedad de grupos, sudamericanos, mejicanos, españoles, indios, negros, hombres mujeres, niños, perros, gatos, gallos, puercos; todos están mezclados en este angosto y sucio lugar y aquí ellos viven, compran y cambian.' (Manuel de Historia de Panamá. p. 892) Con lo anterior faltan los estudios que identifiquen las enfermedades en la población civil que no estaba vinculada al trabajo del Canal. A lo que David M. afirma: ‘en Panamá, la malaria nunca quedó erradicada. Se afirmaba que todos los habitantes de Panamá … adquirían el mal.' (p. 151)Cuadro social impresionante de insalubridad que no había cambiado desde 1849 cuando el médico panameño Domingo Arosemena el 3 de enero de ese año, atendió un caso de cólera y presentó al Congreso de Nueva Granada un informe donde afirma que el cólera llegó vía Nueva Orleans.
Más el diagnóstico y enfermedad se describe: ‘comenzaba con escalofríos que causaban un temblor en todo el cuerpo, imposible de dominar, acompañado por el castañeo de los dientes. A veces, los temblores duraban por espacio de quince minutos o más y eran tan fuertes que, según atestiguaron varias personas que estuvieron en el hospital, la sala de enfermos de malaria parecía temblar toda.' Ante ese mal la quinina en principio tratada con distancia era servida con un poco de vino.