Conoce las vivencias de un médico de urgencias del Hospital Santo Tomás
- jueves 11 de abril de 2024 - 1:00 AM
El Hospital Santo Tomás es de referencia nacional, pero su cuarto de urgencias es algo aparte, sus pasillos guardan historias que quedan grabadas en su personal de turno, médicos que llevan un estilo de vida difícil y que muchas veces los alejan de sus familias. Es una pasión que solo logran saborear unos pocos.
Era más o menos la 9 de la mañana cuando visitamos el cuarto de urgencias y fuimos recibidos por una escena llena de tensión, se trataba de un extranjero encamillado, custodiado por paramédicos y policías. “Auxilio, auxilio”, gritaba a todo pulmón en la sala.
Se trataba de un mexicano que reclamaba ser trasladado a un hospital privado y forcejeaba en la camilla, no se dejaba tratar por los médicos y los agentes lo custodiaban con recelo. Se desconocía si estaba borracho o drogado, pero estaba alterado y no paraba de gritar en la sala.
Sin embargo, para los médicos de turno se trataba de algo rutinario, algo normal. El doctor Jorge Puerta es uno de los pilares del cuarto de urgencias del “Elefante Blanco”, es un médico general de vasta experiencia que se ha ganado el respeto de sus colegas en el hospital. Un doctor curtido que afirma haberlo visto todo, aunque hay experiencias que le han quedado en la memoria.
En medio de tantos casos, lo que más recuerda el galeno es lo vivido en la invasión de Estados Unidos a Panamá, ocurrida el fatídico 20 de diciembre de 1989. Puerta, con voz pausada, recordó los pacientes con trauma que llegaron al hospital. Heridas de armas de guerra, algunas estaban como quemadas o cauterizadas. El olor a carne quemada en las heridas cauterizadas hacía pensar que tipo de armas experimentales usó el ejército norteamericano ese día. “Era impactante”, recordó.
Otro caso que quedó plasmado en la memoria del galeno fue el de un chiricano que en el sector de la Pedro Obarrio, en El Chorrillo, se vio envuelto en una riña con otras personas que finalmente lo atacaron con un machete. “Era bajito y delgadito (...) su cuerpo quedó como si hubiera fileteado un pollo, es sorprendente, llegó agónico, había perdido mucha sangre y murió”.
Sorprendentemente en el cuarto de urgencias también han atendido personas que han quedado con las manos engarrotadas tras pasar más de 24 horas jugando maquinitas en el casino, además de pacientes psiquiátricos.
En medio de todo ese bombardeo de tensión y estrés, donde se atiende un promedio de 5 mil pacientes mensuales o sea unas 166 personas al día, el médico de urgencias es absorbido por la profesión.
“Somos humanos, siempre habrá algo que te va a impactar, pero al final caes en la profesión y eso hace que comiences a digerir esas cosas tan natural que llega un tiempo que lo ves normal, pero cuando te toca a ti es diferente”, explicó el doctor Puerta.
Tras un corto silencio, explicó que hace 17 años perdió a su hijo en un accidente de tránsito y le tocó ir a la Caja de Seguro Social (CSS). “Cuando nos llega un accidente en tu mente profesional es el dinamismo de la profesión, pero cuando te toca lo contrario, que es un familiar tuyo, es diferente entonces ya ahí tu te dispones de la indumentaria de médico y eres un ser humano”, reconoció.
El cuarto de urgencias del Hospital Santo Tomás no siempre ha sido como lo conocemos hoy día, aunque siempre ha estado ubicado en el mismo lugar, calle 34 Este. A inicio de los años 80’ se abría el telón y el doctor Jorge Puerta perteneció a esta primera camada de médicos originarios que lo vio nacer. Como es de esperar existían carencias y los pacientes que se atendían en su mayoría eran ambulatorios.
La razón es que en aquellos años los centros de salud solo atendían solo hasta la 4 de la tarde y cerraban, obligando a la población a acudir a los hospitales a atenderse cualquier fiebre, no existía el filtro del ‘Triage’.
“Cuando iniciamos aquí nos llegaban muchos pacientes ambulatorios que podían ser atendidos en atención primaria, pero como antes se trabajaba de 8 a 4, los centros de salud cerraban, pero con los años eso varió porque la comunidad comenzó a crecer y se vio la necesidad de ampliar los servicios de salud, algunos hasta la media noche y otras 24 horas, son demandas que exige la comunidad”, detalló el galeno.
Puerta relató que en aquellos años había un déficit de médicos generales a nivel nacional y eso sirvió como base para que hoy día ya se haya generalizado la medicina general y eso dio margen al déficit de médicos con especialidad en urgencias, “que en ese entonces ni soñábamos eso, la medicina de urgencias es una cátedra nueva”.
El doctor Puerta, que lleva 45 años de servicio de salud y es uno de los funcionarios más antiguos en el hospital, recordó que el cuarto de urgencias en sus inicios no contaba con electrocardiograma, ni mucho menos una farmacia 24 horas.
El ‘electro’, como popularmente le llaman, debían gestionarlo con Cardiología y luego trasladar el delicado aparato hasta el cuarto de urgencias, todo esto mientras el paciente se quejaba de dolores en el pecho, recordó.
Los casos policivos que hoy día se atienden, en aquellos años no eran frecuentes y quienes llegaban baleados generalmente eran policías que se les había disparado el arma por accidente, algún cazador y uno que otro delincuente.
“Antes no veíamos heridos de bala, las heridas de bala no se veían (...) los detenidos de hoy no son los mismos maleantes de hace 40 años, ahora se enfrentan con la policía y no les importa nada, tu no veías antes eso”.
Puerta explicó que toda la dinámica de atención de trauma se ha modificado por la conducta del ser humano.
A su juicio, el turno más complicado del cuarto de urgencias es el de 12m.d a 6pm. pues se heredan los pacientes que quedaron pendientes de la madrugada y mañana esperando terminar la atención, ya sea por estudios, procedimientos o servicios alternos. Igualmente, al haber más traslado de gente en las calles hay más accidentes y ese volumen de pacientes aumenta, congestionando el servicio.
Luego de 45 años al servicio de la salud, la mayoría en el Hospital Santo Tomás, el doctor Jorge Puerta es consciente de que su retiro se asoma, pero se resiste a digerir la idea de alejarse del servicio de ayudar al prójimo y salvar vidas, y a sus amistades cosechadas a lo largo de su vida profesional que hoy día todavía le consultan por cualquier achaque.
“Qué van hacer mis amistades, fíjate mis pensamientos , he trabajado toda mi vida aquí, he podido trabajar en la CSS y no me gusta, no me interesa, he sido dirigente medico aquí 26 años consecutivo y me molesta cuando se hace algo en contra del paciente”, puntualizó
Atribuye el éxito del cuarto de urgencias al grupo de médicos “originarios” que llegaron, les gustó e innovaron. “Orgullosamente soy un ‘Santo Tomasino’”, concluyó entre risas.