Caminando entre tinieblas, la vida de las personas no vidente
- jueves 12 de octubre de 2023 - 12:00 AM
Nacer con alguna discapacidad puede representar una vida con limitantes. En otros casos, el adquirirla, puede convertirse en un trauma que cambiará totalmente a una persona.
Para Dorinda Samaniego, no vidente de nacimiento, no dejó que su discapacidad visual, representara un impedimento para que pudiera desarrollarse como persona. Gracias al apoyo de su familia, logró habilitarse en la Escuela Nacional de Ciego Hellen Keller.
Su reto más grande, ha sido entrar a la universidad. Según cuenta, le tocó asistir seis veces para realizar el examen psicológico, pues no se contaba con las adecuaciones para las personas ciegas.
‘Muchas veces, los ciegos tienen problemas para estudiar, porque no tienen las adecuaciones pertinentes para que estudien. Incluso hay profesores que no saben como tratar a una persona ciega porque desconocen la habilitación para ellos', señaló Samaniego, haciendo énfasis en que se requieren más adecuaciones para los no videntes del país.
Por su dedicación, Dorinda logró ser profesora del Centro de Rehabilitación Integral para Personas Ciegas y de Baja Visión Andrés Cristóbal Toro, de la Unión Nacional de Ciegos, donde trabaja hace ya más de 25 años y ayuda, desde su experiencia, a personas no videntes y con baja visión, a sobrellevar una vida a pesar de su discapacidad.
En un caso diferente está María Molina, quien a los 30 años, empezó a perder la visión, a causa de la retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa que vuelve sensible la retina a la luz, ocasionando que la visión vaya desvaneciendo poco a poco hasta la ceguera total.
‘Es un trauma, es un cambio totalmente de vida […] una especie de decepción y un nuevo inicio prácticamente', señaló Molina sobre como se sintió cuando se enteró de que iría perdiendo su visión. Un factor muy importante para su desarrollo como educadora.
Al igual que Dorinda, María contó con la ayuda de las diversas organizaciones que se encargan de habilitar a las personas no videntes y con baja visión, a llevar una vida normal, lejos de los prejuicios de una discapacidad.
‘Muchas veces nos preguntan, que porque andamos solos. Tenemos la gracia de la rehabilitación, el saber usar un bastón', expresó Molina, refiriéndose a la ayuda que recibe de las personas en la calle cuando sale sola.
María es madre y abuela y se siente muy orgullosa de que su familia la anima a seguir adelante y hacerle saber que hay un mundo para ella y no la limitan a sentirse plena como a otras personas con discapacidad visual.
Según el Artículo 19 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada en diciembre de 2006, las personas con discapacidad tienen ‘derecho a vivir en comunidad, con opciones iguales a las de las demás en todos los ámbitos'.
Durante el 2021, la Secretaría Nacional de Discapacidad (Senadis), benefició a 26 personas con el proyecto Fami Empresa, que busca capacitar y propiciar la creación de pequeñas empresas familiares, dirigido a las personas con discapacidad y sus familias que viven en áreas rurales, urbano marginales y de difícil acceso, como una forma de lograr su inserción al sistema productivo del país. A su vez, certificó a 172 personas con discapacidad visual, con el fin de recibir algunos beneficios como descuentos, becas en cursos, seminarios, talleres de capacitación y educativos, públicos y privados de nivel básico, medio, superior y post universitario.
Organizaciones como la Unión Nacional de Ciegos, el Centro de Rehabilitación Andrés Cristóbal Toro, el IPHE y entre otros, cuentan con distintos colaboradores, que con vocación y amor, le enseñan a miles de niños, jóvenes y adultos a su desenvolvimiento diario, desde levantarse, hasta medidas de seguridad en la calle.
Según Nivia Gómez, instructora de Actividades de la Vida Diaria (AVD), las políticas para las personas con discapacidad solo están en el papel y son pocos los gobiernos, empresas e instituciones que realmente se preocupan por estas personas, generando un panorama de desigualdad.
‘Son muy pocas las empresas que cumplen con la ley […] Lastimosamente, el gobierno solo a veces tiene subsidios o programas que hacen ser una carga más para el Estado, en vez de proporcionar más apoyo a las organizaciones para el desenvolvimiento de las personas con discapacidad', acotó.
De acuerdo a Carmen Martínez, en muchas ocasiones ha tenido que brindar sus propios recursos, para ayudar a jóvenes de AVD con sus proyectos universitarios. ‘Muchas veces el celular se me daña de tanta tarea con los chicos', expresó.
El ser discapacitado no debe representar ser una carga. Por fortuna, existen diversas instituciones que apoyan a este sector de la población. Según cifras del Senadis, un 18% de sus trabajadores presentan alguna discapacidad y 12 personas de este porcentaje, son discapacitados visuales.
Dorinda Samaniego y María Molina, exhortan a todas las personas a no desfallecer, a salir adelante y no creer que una discapacidad es el fin de la vida, si no, la oportunidad de vivir una nueva experiencia.