Abuelitas a la merced por un par de reales
- domingo 22 de enero de 2017 - 12:01 AM
POBREZA
Dos abuelitas se dedican a mendigar para sobrevivir en las calles del corregimiento de Calidonia y la Avenida Central.
Una de ellas se sienta todos los días en el duro cemento a la entrada de un local comercial ubicado en Calidonia con un vaso de plástico en la mano para que los transeúntes le depositen algo de dinero.
Algunos se le acercan y le dejan caer un real, diez centavos, un cuara y hasta algunos centavos.
La anciana, de la etnia Emberá, quien vive en Curundú con su hijo, todas las mañana se sienta en el mismo lugar de siempre hasta cuando el sol agoniza y se retira para su casa.
-A los viejos no nos dan trabajo y de algo tenemos que sobrevivir. Todo lo que recojo aquí es para mí, para comer- comenta mientras la gente transita de un lado para el otro frente al local. Algunos la miran con curiosidad.
La viejita a veces cabecea y se queda dormida recostada a la pared mientras espera que un buen samaritano se apiade de ella y le de unas monedas.
La abuelita comenta que su hijo, aunque trabaja, no gana mucho dinero y ella tiene que salir a buscar lo suyo para sobrevivir.
-A veces recojo cinco dólares. Pero eso no me alcanza. La comida está cara, el pescado está caro- dice la anciana de unos 60 años.
Recorre restaurantes
Pero esta abuela, quien se resistió a dar su nombre cuando se le preguntó, no es la única que pide limosnas.
En la Avenida Central deambula otra pidiendo plata , especialmente en locales comerciales y restaurantes.
Esta abuelita es menuda, lleva lentes oscuros y siempre usa faldas largas.
Cerca del mediodía, cuando los peatones de Avenida Central entran a comer al restaurante, ella ingresa al local y se sienta en una de las mesas vacías. Allí se queda buen rato mirando a los comensales. Después se levanta y va de puesto en puesto a pedir dinero.
-Dáme algo para comer- dice.
Algunos le dan, otros simplemente la ignoran. Luego vuelve a sentarse y se queda mirando a los clientes que van llegando a satisfacer su apetito. Ella tampoco quiso decir su nombre, solo comentó que viene de Río Abajo y que vive con su hija.
Algunos dicen que la han visto cambiando las monedas que recoje en los comercios de la Avenida B.
Estas dos abuelitas son la muestra de la odisea en que viven los adultos mayores, quienes para sobrevivir se han visto en la necesidad de pedir limosnas en las calles.
El Siglo consultó a la Alcaldía de Panamá para ver si ellos trataban estos casos y qué tipo de ayuda se le brindaba, pero respondieron que no les competía.
Cifras del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) dice que en Panamá hay un millón de pobres. Según esta institución, el índice de pobreza está por el orden de 24%, del cual el 11% está en pobreza extrema.
Situación lamentable
El sociólogo Alexander Alleyne opinó que esta situación de adultos mayores mendigando es lamentable, porque están en una situación de abandono y expuestos a los peligros.
‘Hay que averiguar su entorno social, dónde están los familiares y si es que los parientes se benefician con el dinero que recogen o realmente son para ellos', dijo el sociólogo.
Añadió que las instituciones que tiene que velar por las personas mayores deberían de inscribirlo en el programa de 120 a los 70 y si no tienen familiares llevarlos a un albergue para brindarle comida y protección.