- sábado 22 de febrero de 2025 - 12:00 AM
Hace 100 años, el pueblo guna se levantó en armas y se enfrentó a los policías coloniales acantonados en varias comunidades, desafiando a las autoridades panameñas por poner en práctica unas nefastas y fallidas políticas gubernamentales, por un lado, intentar acabar con las expresiones culturales y de la identidad de ser gunas y, por otro lado, con esto se pretendía homogenizar la población imponiendo religión, sometiendo por medio de la fuerza policiaca e instalando centros educativos y de entretenimiento. Estas acciones encontraron sustento y legalidad en algunos artículos de la misma Constitución de 1904 y en una serie de normas que se expidieron para tal propósito, como la Ley 59 del 31 de diciembre de 1908 , la Ley 56 del 2 de diciembre de 1912 y otras.
Primero, entraron y se establecieron en la comunidad de Yandub, luego cruzaron a Akwanusadub, y más adelante a Dubbir, y así se fueron sumando adeptos a su política y expandiéndose a nuevos poblados. Durante las administraciones del presidente Porras, el plan se llevó al siguiente nivel y se intentó sumar a nuevas comunidades, pero la manera tan cruel e incisiva en que operaban los uniformados poco a poco encontró resistencia entre los dirigentes locales. En ese proceso de imposición, lucha y resistencia, se registraron algunos sucesos que pusieron de relieve la situación sociocultural y política que atravesaban muchas comunidades de la comarca; una es cuando la abuela Igwadiwili, que se opuso a cambiar su mola por traje y huyó a otra isla, y cuando unos policías mataron a Oloingike en vísperas de una celebración de chicha.
Estas provocaciones y otros incidentes conllevaron a Dinugdi, Susu, Igwabinike e Igwanaidibe a convocar a una reunión y sembraron las ideas del inicio de la revolución. Al principio el movimiento fue local en Uggubseni; conforme avanzó el plan fue expandiéndose como un contramovimiento al gobierno. En ese periodo de contactar, sumar, alistar, tramar, se montó paso a paso toda una serie de actividades creando una maraña de nexos y conexos y cazadores, líderes, voceros, mujeres, hasta que desembocó en una estrategia de ataque a los cuarteles panameños.
Nele Kantule y Colman fueron los líderes de la gesta en la parte central; Inabaginya, de la región oriental, se involucró en el proceso, pero a última hora le negaron la visa para acompañar a la delegación de albinos guna que viajaba a Estados Unidos junto al norteamericano March. Olonibiginya, de la zona occidental, asumió la Jefatura dentro del plan. A estos dirigentes se les fueron sumando hombres y mujeres de distintos pueblos, pero con una sola consigna: expulsar a los policías y reafirmar su identidad como nación.
La isla de Dubbag por medio de Inagainibiler apoyó con municiones a los soldados gunas; sus nietos Lonie Davis y Charles Slater asistieron como secretarios de Nele y Colman, respectivamente. Igwabieginya, procedente de Nabagandi y establecido con su familia en Ustupu, se enlistó; Celestino Garrido de Ubgisuggun apoyó a la gente de Uggseni, Wiagdiginya y Girbib de la isla de Aridub, Machi de Gardi Muladutupu, dibin de gardí tubbir se enrolaron a las filas de Olonibiginya. También dijeron presente las mujeres desde diferentes escenarios como defensoras de su tierra, como Amma Bunor, como reinas de carnavales como Eva Stocel y Amma Ied, contribuyendo al plan como Wagaebigindili sacando la bandera de la lucha y cuidadoras e intermediarias entre los botánicos y los soldados.
Todo este cúmulo de eventos, personajes, estrategias, directrices y hasta coraje y decisión desencadenó la toma de armas y el asalto final el 21 de febrero de 1925. Este hecho histórico marcó una página de la era republicana tras una larga batalla de los gunas a lo largo de los siglos. Desde entonces, el Estado panameño ha respetado su bagaje cultural.